20/08/2016, 22:20
—Sin duda alguna el honor y la gloria son cosas que podrían seducir a muchos, el probarse ante sus pares es algo que más de uno podría desear. Pero me temo que mis intereses no van en esa dirección...
—Entiendo. —Aseguro Naomi, quien escuchaba con suma atención.
—Un shinobi es una herramienta, un agente que ha pulido sus habilidades y emociones para servir para un fin. ¿No se complica el cumplir con ese fin si todo el mundo está al tanto de su capacidad?
—Herramientas... Ya veo… —Su cara no dejaba lugar a dudas, le seguía pareciendo un sinsentido colosal.
El que la Miyazaki y aquellos dos jóvenes no pudieran llegar a un acuerdo respecto a lo lógico del camino ninja era algo natural. Ella había recibido entrenamiento formal y en cuanto a habilidades y competencias se refería, era toda una kunoichi. Pero su móvil siempre fue el cumplir con su papel de guardiana, no dedicarse al servicio activo. En cambio, aquel chico de ojos grises había tomado esa senda por determinación propia, teniendo en cuenta pesares y bondades «Puede que no esté de acuerdo con el sistema y que no me agrade la idea de servir a propósitos ajenos… Pero aun así tengo claro mi lugar como shinobi.»
—Discreción, Mogura-dono —aseguro, entendiendo a su acompañante de la manera en que solo un colega podría hacerlo—.”Las habilidades de un ninja son como un estilo de danza; entre mas la veas mas la comprenderás y más fácil te será seguirla e incluso predecir el siguiente paso”. Eso es lo que suele decir mi maestro. Eso quiere decir que lo conocido es predecible y débil, y que lo desconocido es inesperado y fuerte.
En aquel aspecto el joven de cabellos blancos se encontraba moderadamente tranquilo, pues su habilidad no solo era única, sino que también eran pocas las personas que la conocieran. Unos pocos eran sus aliados y había otro más «Umisora Harikēn…» Al recordar su nombre, un leve escalofrío recorrió su ser, pero fue rápidamente reemplazado por un tenue calor que comenzó a recorrerle las venas… Tomó una discreta bocanada de aire y se sosegó. Por ahora estaba calmado, pero no quedaría conforme hasta darle fin a la vida del único sujeto que había recibido lo mejor de él y aun así había escapado casi indemne.
—Entonces el resto de participante han perdido su capacidad de sorprender —interrumpió de repente Naomi, que hablaba más consigo misma mientras observa aquel folleto informativo—. Pues han hecho gala de todas sus habilidades y todo ha quedado registrado con gran detalle.
—Entiendo. —Aseguro Naomi, quien escuchaba con suma atención.
—Un shinobi es una herramienta, un agente que ha pulido sus habilidades y emociones para servir para un fin. ¿No se complica el cumplir con ese fin si todo el mundo está al tanto de su capacidad?
—Herramientas... Ya veo… —Su cara no dejaba lugar a dudas, le seguía pareciendo un sinsentido colosal.
El que la Miyazaki y aquellos dos jóvenes no pudieran llegar a un acuerdo respecto a lo lógico del camino ninja era algo natural. Ella había recibido entrenamiento formal y en cuanto a habilidades y competencias se refería, era toda una kunoichi. Pero su móvil siempre fue el cumplir con su papel de guardiana, no dedicarse al servicio activo. En cambio, aquel chico de ojos grises había tomado esa senda por determinación propia, teniendo en cuenta pesares y bondades «Puede que no esté de acuerdo con el sistema y que no me agrade la idea de servir a propósitos ajenos… Pero aun así tengo claro mi lugar como shinobi.»
—Discreción, Mogura-dono —aseguro, entendiendo a su acompañante de la manera en que solo un colega podría hacerlo—.”Las habilidades de un ninja son como un estilo de danza; entre mas la veas mas la comprenderás y más fácil te será seguirla e incluso predecir el siguiente paso”. Eso es lo que suele decir mi maestro. Eso quiere decir que lo conocido es predecible y débil, y que lo desconocido es inesperado y fuerte.
En aquel aspecto el joven de cabellos blancos se encontraba moderadamente tranquilo, pues su habilidad no solo era única, sino que también eran pocas las personas que la conocieran. Unos pocos eran sus aliados y había otro más «Umisora Harikēn…» Al recordar su nombre, un leve escalofrío recorrió su ser, pero fue rápidamente reemplazado por un tenue calor que comenzó a recorrerle las venas… Tomó una discreta bocanada de aire y se sosegó. Por ahora estaba calmado, pero no quedaría conforme hasta darle fin a la vida del único sujeto que había recibido lo mejor de él y aun así había escapado casi indemne.
—Entonces el resto de participante han perdido su capacidad de sorprender —interrumpió de repente Naomi, que hablaba más consigo misma mientras observa aquel folleto informativo—. Pues han hecho gala de todas sus habilidades y todo ha quedado registrado con gran detalle.