27/08/2016, 07:09
Muchas veces planeas algo y el destino simplemente te lo niega, no se trata sólo de que algo te sale mal, sino que lo que creías correcto en realidad termina llevándote a la ruina. En esta ocasión parecía que el hado había decidido jugarle una broma bastante pesada, tan pesada como la avalancha de rocas y tierra que ahora se le venían encima al Takanashi producto de un temblor inesperado que provocó que el muro terminara cayéndose.
—¡AAAAAHHHHH!— Fue lo único que alcazó a decir.
Luego de eso todo era negro, poco a poco fue abriendo los ojos y lo que veía enfrente era el patio la mansión de la familia. Todo parecía en orden, se levanto del suelo y pudo ver que se hallaba tumbado en uno de los pasillos que daban al área exterior, dos sirvientes pasaron caminando obviándolo a él por completo, como si no existiera. Tuvo que alzar la mirada para intentar verlos a la cara, dándose cuenta así que estaba como cuando unos siete años.
Se paseó por toda la mansión y se repetía la misma escena, por más que él intentaba hablar todos le ignoraban. Al final terminó regresando al patio, solo que esta vez había un objeto que no estaba al inicio: un árbol de peras.
"Ichi, ni..."
Aunque la voz se escuchó dentro de su cabeza no pudo evitar el voltear a ver, el peral se deshizo en una bandada de pajaritos que salieron volando, revoloteando como si estuvieran jugando, había un niño detrás de él y de nuevo todo estaba negro otra vez...
"...San"
Debería estar sepultado, pero no, estaba en un lugar ajeno aunque él ni siquiera lo supiera. Difícil era saber si la sensación era real o no pues en ese momento los estímulos externos apenas si llegaban a él. En cuanto recuperase la conciencia su mano se movería por reflejo buscando su espada mucho antes de abrir los ojos siquiera. Ni enterado estaba de que había quedado soterrado, en ese momento de somnolencia estaba aún más dormido que despierto.
—¡AAAAAHHHHH!— Fue lo único que alcazó a decir.
Luego de eso todo era negro, poco a poco fue abriendo los ojos y lo que veía enfrente era el patio la mansión de la familia. Todo parecía en orden, se levanto del suelo y pudo ver que se hallaba tumbado en uno de los pasillos que daban al área exterior, dos sirvientes pasaron caminando obviándolo a él por completo, como si no existiera. Tuvo que alzar la mirada para intentar verlos a la cara, dándose cuenta así que estaba como cuando unos siete años.
Se paseó por toda la mansión y se repetía la misma escena, por más que él intentaba hablar todos le ignoraban. Al final terminó regresando al patio, solo que esta vez había un objeto que no estaba al inicio: un árbol de peras.
"Ichi, ni..."
Aunque la voz se escuchó dentro de su cabeza no pudo evitar el voltear a ver, el peral se deshizo en una bandada de pajaritos que salieron volando, revoloteando como si estuvieran jugando, había un niño detrás de él y de nuevo todo estaba negro otra vez...
"...San"
Debería estar sepultado, pero no, estaba en un lugar ajeno aunque él ni siquiera lo supiera. Difícil era saber si la sensación era real o no pues en ese momento los estímulos externos apenas si llegaban a él. En cuanto recuperase la conciencia su mano se movería por reflejo buscando su espada mucho antes de abrir los ojos siquiera. Ni enterado estaba de que había quedado soterrado, en ese momento de somnolencia estaba aún más dormido que despierto.