27/08/2016, 18:53
Mogura acompañó el gesto del abrazo de la chica tanto como pudo, evidentemente sin soltar el paraguas. Saludo enérgicamente, tal y como la chica había hecho previamente, pero no pudo ocultar ese sonrojado tan radiante en su rostro tras el beso en la mejilla. «Pues si que sonroja fácil...» Pensó la chica al ver la reacción, aunque tampoco le prestó esencial importancia al detalle. ¿Qué mas daba?
Así mismo, cuando la chica preguntó si estaba ansioso por el entrenamiento, puesto que había llegado antes de tiempo, éste respondió que era obvio. Argumentó que no siempre se tenía la oportunidad de entrenar con la mismísima princesa dragón. «¡Mierda! Debí ponerle ese nombre al local... El panda fumado mola, pero... La princesa dragón hubiese sido mucho mejor.» Tampoco se lamentó en voz alta, solo fue un pensamiento esporádico. Ante tal respuesta, vino su turno para devolver la pregunta, tal y como habría hecho el mejor de los jugadores de badminton.
—Claro que tengo ganas, no siempre se puede entrenar con el hijo de Eolo; Dios del viento.— Respondió con el mismo animo, conforme contenía la risa.
»Tomar un café habría sido también una buena idea, pero creo que un entrenamiento nos viene bien a ambos. ¿No? Además, seguro que es mas divertido. Siempre habrá tiempo para un café tras el entrenamiento.
Ciertamente, razón no le faltaba. Podían hacer ambas cosas, y ponerse al tanto de sus aventuras mientras terminaban de relajar los músculos. Acción y entrenamiento, y tras ello relajación. ¿Podía haber mejor plan? Si probablemente si, pero seguramente bajo otras condiciones. Además, no era para nada un mal planeamiento.
Así mismo, cuando la chica preguntó si estaba ansioso por el entrenamiento, puesto que había llegado antes de tiempo, éste respondió que era obvio. Argumentó que no siempre se tenía la oportunidad de entrenar con la mismísima princesa dragón. «¡Mierda! Debí ponerle ese nombre al local... El panda fumado mola, pero... La princesa dragón hubiese sido mucho mejor.» Tampoco se lamentó en voz alta, solo fue un pensamiento esporádico. Ante tal respuesta, vino su turno para devolver la pregunta, tal y como habría hecho el mejor de los jugadores de badminton.
—Claro que tengo ganas, no siempre se puede entrenar con el hijo de Eolo; Dios del viento.— Respondió con el mismo animo, conforme contenía la risa.
»Tomar un café habría sido también una buena idea, pero creo que un entrenamiento nos viene bien a ambos. ¿No? Además, seguro que es mas divertido. Siempre habrá tiempo para un café tras el entrenamiento.
Ciertamente, razón no le faltaba. Podían hacer ambas cosas, y ponerse al tanto de sus aventuras mientras terminaban de relajar los músculos. Acción y entrenamiento, y tras ello relajación. ¿Podía haber mejor plan? Si probablemente si, pero seguramente bajo otras condiciones. Además, no era para nada un mal planeamiento.