29/08/2016, 01:29
Mogura no tardó en absoluto en rechazar de lleno el nuevo apodo que le había encontrado la peliblanca, según argumentaba, tan solo era un simple médico de oficio. Con su modestia, no podía permitirse el lujo de presumir de sangre divina, por mucho que le gustasen las epopeyas de éste tipo de deidades. La princesa dragón no se lo tomó a malas, ya sabía que terminaría de esa manera, quizás ya empezaba a conocer bastante al chico. Le devolvió la sonrisa ante el comentario. No se le ocurría que más hacer.
Cuando la chica comentó sobre que podían haber tomado un café, o que quizás lo podían hacer tras el entrenamiento, Mogura afirmó que tampoco debían adelantarse a los acontecimientos. Aclaró que lo primero era disfrutar del encuentro, y aya después se tomarían tiempo para hablar o tomar el café. Ciertamente, no le faltaba nada de razón.
El chico se señaló la correa del morral, y afirmó que había traído algo de comer para tras el entrenamiento. En fin, era un poco raro... no quería hablar de un futuro café, pero hablaba de una especie de almuerzo tras el entrenamiento. ¿En serio? Había ocasiones en que perdía por completo su visión objetiva de cuanto conocía a su compañero. En fin, por un momento tampoco le dio mayor importancia, total era un chico... imposible de entenderlos; una tarea imposible.
Para cuando quiso dar respuesta a semejante propuesta, Mogura se anticipó en anunciar que tenía ya en mente un escenario para el combate. Al parecer no era ella la única que había divagado por los niveles del torreón.
—Bueno... está bien. No hay problema.— Contestó algo indecisa. —¿Qué piso tienes en mente?
Evidentemente, si lo soltaba se podría hacer una idea. Hasta el piso 30 había alcanzado a subir, nivel a nivel. Con un poco de suerte, podría saber a qué tipo de escenario se enfrentaba. Entre tanto, comenzó a caminar hacia la entrada al torreón. Obviamente, no debían aplazar lo inevitable.
Cuando la chica comentó sobre que podían haber tomado un café, o que quizás lo podían hacer tras el entrenamiento, Mogura afirmó que tampoco debían adelantarse a los acontecimientos. Aclaró que lo primero era disfrutar del encuentro, y aya después se tomarían tiempo para hablar o tomar el café. Ciertamente, no le faltaba nada de razón.
El chico se señaló la correa del morral, y afirmó que había traído algo de comer para tras el entrenamiento. En fin, era un poco raro... no quería hablar de un futuro café, pero hablaba de una especie de almuerzo tras el entrenamiento. ¿En serio? Había ocasiones en que perdía por completo su visión objetiva de cuanto conocía a su compañero. En fin, por un momento tampoco le dio mayor importancia, total era un chico... imposible de entenderlos; una tarea imposible.
Para cuando quiso dar respuesta a semejante propuesta, Mogura se anticipó en anunciar que tenía ya en mente un escenario para el combate. Al parecer no era ella la única que había divagado por los niveles del torreón.
—Bueno... está bien. No hay problema.— Contestó algo indecisa. —¿Qué piso tienes en mente?
Evidentemente, si lo soltaba se podría hacer una idea. Hasta el piso 30 había alcanzado a subir, nivel a nivel. Con un poco de suerte, podría saber a qué tipo de escenario se enfrentaba. Entre tanto, comenzó a caminar hacia la entrada al torreón. Obviamente, no debían aplazar lo inevitable.