31/08/2016, 17:34
— Esto no es lo que me esperaba cuando me prometiste un viaje lleno de aventuras...
— Estamos en una aldea situada en mitad de la selva. ¿Qué más quieres?
— Debería haberme quedado con Furui...
Juro había vuelto a las andadas. Había salido de su villa, arrastrado por Katsue, para ir al puerto. Su hermana quería visitar las islas del té debido a unos importantes asuntos que tenía ahí. Y a él, como no tenía ningún deber en ese momento, le había tocado acompañarla en el viaje.
Hacía ya un rato que habían desembarcado en una de las islas que conformaban el lugar. La isla Capital, según su hermana. Sin embargo, no se habían quedado ahí. Se fueron al día de llegar, y dieron una larga caminata, pasando por un puente que conectaba las islas, hasta llegar a la isla en la que ahora se encontraban.
La isla Mediana Roja, una isla repleta de selva, montañas y peligros. Con esa descripción, hasta él mismo había caído en el engaño de que sería divertido. Sin embargo, además del rato que se había pegado en el barco, no había pasado nada más destacable. Ni aventuras, ni selva, ni gente. Solo dolor de pies, cansancio acumulado del viaje, y muchos bostezos. Su hermana no había dicho ni una palabra de ello, aunque supuso que le había engañado.
En ese mismo momento, tampoco estaban perdidos en la selva. Se encontraban en una pequeña aldea con la que se habían topado - por la reacción de su hermana, supuso que esta ya la conocía - y entraron a descansar. No podía quejarse, después de andar durante toda la mañana, tener un rato de descanso era agradable.
— Conozco la aldea Ichiba desde hace un par de años, cuando me crucé con ella en uno de mis viajes — le explicó su hermana, mientras caminaban por sus estrechas calles — Es pequeña, pero la gente es muy hospitalaria. Además, conozco a la dueña del hostal.
— Genial...— murmuró, sin mucho entusiasmo.
La aldea le había sorprendido. Las casas estaban hechas totalmente de madera, y estaban muy pegadas entre ellas. Aparte de poco higiénico, no era muy difícil imaginar que pasaría si alguien encendía un fuego ahí. Lo único interesante que había visto era la enorme plaza, donde pasaba multitud de gente.
Después de caminar un poco, se toparon con un gran edificio de madera, donde ponía claramente "Hostal". Por dentro, había una gran sala de madera rodeada de mesas y sillas, con una escalera al fondo, y en la barra, una mujer adulta, de pelo negro y sonrisa desdentada les recibió a ambos con gran amabilidad.
—¡Katsue, cuánto tiempo! — exclamó, ensanchando más su sonrisa. Sus ojos pasaron rápidamente hacia Juro — ¡Y tú debes de ser su hermano pequeño! Katsue me habló tanto de ti...
— Yo también me alegro de verte, Ren — contestó, sonriendo también — ¿Tienes algo para nosotros?
— Claro — dijo, mientras hurgaba — La mayoría están desocupadas. No viene mucha gente en esta época. Toma, la habitación 5.
Katsue intercambió un par de palabras con ella, y después los dos subieron por las viejas escaleras de madera, hasta dar con un largo pasillo de puertas. Avanzaron hasta ver en el dorso de una de las puertas el número cinco, y depositaron sus maletas ahí.
Sin embargo, ya no tenían mucho que hacer. Juro no tuvo que ojera el reloj para ver que aun quedaba mucho para la noche. Miró a su hermana, por si tenía algo planeado.
— Tengo que hacer unas cosas Juro— dijo su hermana, torciendo el gesto.
— ¿Incluso aquí?
— Por algo hemos venido. ¿Por qué no das un paseo por el pueblo? — preguntó, instándole a salir — Así no te aburrirás tanto. Pero ten cuidado, y no te pierdas.
— Está bien...
Resignado, salió de la puerta antes de que su hermana recurrirse a la fuerza para echarle. Se quedó unos segundos mirando el viejo pasillo de madera.
"No me ha dejado ni sentarme un rato..."
Molesto con ella, le dio la espalda a la puerta, y se dispuso a caminar hacia fuera. Tenía pensado dar un paseo por las zonas del pueblo. Total, tenía tiempo de sobra para perderse...
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60