3/09/2016, 16:09
Un tercer bostezo se escapó de los labios de Eri, presa del sueño que la muchacha padecía en aquellos momentos durante su caminata. Su cabello, junto con su túnica, se mecían gracias a las corrientes de viento que iban y venían por entre los árboles del extenso bosque de la Hoja.
La pequela huérfana caminaba despreocupada por los caminos de tierra que marcaban la ruta, aunque tampoco temía perderse puesto que no llevaba ninguna prisa. Había viajado a Minori para verse con un conocido amigo de Yoko y llevarle de paso unos escritos que ésta había redactado para dicho conocido, y una vez entregados — y tirarse más de medio día allí solo porque éste chico quería que Eri le ayudase con sus asuntos — decidió volver a casa dando un pequeño paseo por el Bosque de la Hoja, dormir en Los Herreros y volver a Uzushio, contando unos... Dos días de viaje.
Más o menos.
Pero la caminata entre los árboles decidió aplazarse, ya que uno de esos caminos llevaba al gran cráter de lo que una vez había sido Konoha.
''Nunca había estado aquí en persona...''
Todo lo que sabía de aquel lugar había sido gracias a los libros que había leído y a las historias que le habían sido contadas, pero visto con sus propios orbes verdosos, el panorama mejoraba y empeoraba a partes iguales.
Un escalofrío la recorrió de arriba a abajo, tragó grueso y caminó hasta ser visible para todos los árboles que rodeaban el cráter, entonces vió algo que de árbol tenía la altura, si eso: un muchacho de unas pintas bastante extrañas también se encontraba allí.
''¿Quién...?''
Rápidamente se volvió a internar entre los árboles y se dispuso a acercarse a la posición en la que el muchacho se encontraba, hasta que...
— ¡Auch...! — Aulló de dolor al caerse de uno de los árboles a los que se había caído.
La pequela huérfana caminaba despreocupada por los caminos de tierra que marcaban la ruta, aunque tampoco temía perderse puesto que no llevaba ninguna prisa. Había viajado a Minori para verse con un conocido amigo de Yoko y llevarle de paso unos escritos que ésta había redactado para dicho conocido, y una vez entregados — y tirarse más de medio día allí solo porque éste chico quería que Eri le ayudase con sus asuntos — decidió volver a casa dando un pequeño paseo por el Bosque de la Hoja, dormir en Los Herreros y volver a Uzushio, contando unos... Dos días de viaje.
Más o menos.
Pero la caminata entre los árboles decidió aplazarse, ya que uno de esos caminos llevaba al gran cráter de lo que una vez había sido Konoha.
''Nunca había estado aquí en persona...''
Todo lo que sabía de aquel lugar había sido gracias a los libros que había leído y a las historias que le habían sido contadas, pero visto con sus propios orbes verdosos, el panorama mejoraba y empeoraba a partes iguales.
Un escalofrío la recorrió de arriba a abajo, tragó grueso y caminó hasta ser visible para todos los árboles que rodeaban el cráter, entonces vió algo que de árbol tenía la altura, si eso: un muchacho de unas pintas bastante extrañas también se encontraba allí.
''¿Quién...?''
Rápidamente se volvió a internar entre los árboles y se dispuso a acercarse a la posición en la que el muchacho se encontraba, hasta que...
— ¡Auch...! — Aulló de dolor al caerse de uno de los árboles a los que se había caído.