5/09/2016, 23:07
Juro se marchó del hostal con el crujido de las viejas escaleras de madera de la planta baja como canción de despedida. Tenía la intención de haber saludado a la dueña, pero decidió no molestarla cuando vio que estaba bastante ocupada en el recibidor, atendiendo a numerosos clientes y repartiendo llaves por doquier. Estos parecían haber llegado todos juntos, como un grupo de turistas.
"Puede que sea la hora punta o algo"
Salió sin ser notado, sumido entre todo el alboroto que hacían los nuevos inquilinos - rezó silenciosamente para que su habitación estuviese lejos de la suya - y dio con el exterior otra vez.
Las calles seguían siendo igual de estrechas y largas que antes. Incluso ahora, con una mayor circulación de gente, parecían mucho más agobiantes, por lo que Juro decidió marcharse a la plaza; quizá encontrase algo interesante en algún puesto ambulante o algo que hacer.
Sin embargo, mientras rehacía el camino que daba a la puerta principal para llegar, vio algo que le llamó la atención. Un joven de una edad similar a la suya, estaba parado en mitad de la calle. Sostenía lo que parecía ser un viejo periódico entre sus manos, y parecía absorto en su lectura. Su pelo tenía un tono carmesí, y estaba recogido en una especie de coleta. No pudo ver bien su rostro, pero vio lo que pareció ser una bandana - lógicamente, tampoco pudo ver el signo - atada en su frente.
Por unos momentos, sintió que conocía de algo a ese chico, pero no pudo recordar de que. Se acercó un poco más, como si la respuesta estuviese tatuada en su piel. Pero antes de que pudiese llegar, un hombre pasó a toda velocidad caminando por la calle. Por su vestuario y su redecilla, parecía ser un cocinero que llegaba tarde al trabajo y ya iba vestido de casa.
El hombre ajeno a todo, el chico leyendo apaciblemente; fue irremediable que ambos tuvieran un pequeño choque. El cocinero estuvo a punto de caerse, pero recuperó el equilibrio y siguió caminando, no sin antes dirigirle una mirada de odio al chico.
— ¡No te quedes ahí mirando como un pasmarote! — antes de que pudiese responderle, el cocinero ya había desaparecido por la calle de la que Juro venía.
Un periódico tocó los pies de Juro. Debía de habérsele caído con el golpe. Sin dudarlo mucho, se acercó a él, tendiendole la mano y el periódico.
— ¿Estás bien? — le preguntó, tratando de ayudarle — Creo que esto es tuyo...
"Puede que sea la hora punta o algo"
Salió sin ser notado, sumido entre todo el alboroto que hacían los nuevos inquilinos - rezó silenciosamente para que su habitación estuviese lejos de la suya - y dio con el exterior otra vez.
Las calles seguían siendo igual de estrechas y largas que antes. Incluso ahora, con una mayor circulación de gente, parecían mucho más agobiantes, por lo que Juro decidió marcharse a la plaza; quizá encontrase algo interesante en algún puesto ambulante o algo que hacer.
Sin embargo, mientras rehacía el camino que daba a la puerta principal para llegar, vio algo que le llamó la atención. Un joven de una edad similar a la suya, estaba parado en mitad de la calle. Sostenía lo que parecía ser un viejo periódico entre sus manos, y parecía absorto en su lectura. Su pelo tenía un tono carmesí, y estaba recogido en una especie de coleta. No pudo ver bien su rostro, pero vio lo que pareció ser una bandana - lógicamente, tampoco pudo ver el signo - atada en su frente.
Por unos momentos, sintió que conocía de algo a ese chico, pero no pudo recordar de que. Se acercó un poco más, como si la respuesta estuviese tatuada en su piel. Pero antes de que pudiese llegar, un hombre pasó a toda velocidad caminando por la calle. Por su vestuario y su redecilla, parecía ser un cocinero que llegaba tarde al trabajo y ya iba vestido de casa.
El hombre ajeno a todo, el chico leyendo apaciblemente; fue irremediable que ambos tuvieran un pequeño choque. El cocinero estuvo a punto de caerse, pero recuperó el equilibrio y siguió caminando, no sin antes dirigirle una mirada de odio al chico.
— ¡No te quedes ahí mirando como un pasmarote! — antes de que pudiese responderle, el cocinero ya había desaparecido por la calle de la que Juro venía.
Un periódico tocó los pies de Juro. Debía de habérsele caído con el golpe. Sin dudarlo mucho, se acercó a él, tendiendole la mano y el periódico.
— ¿Estás bien? — le preguntó, tratando de ayudarle — Creo que esto es tuyo...
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
...
Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60