6/09/2016, 20:55
La chica no soltó demasiado, a saber si por desconocimiento o mero secretismo. La verdad, la mera palabra Dojutsu le era desconocida, no tenía la menor idea de a qué se refería, pero probablemente era algo referente a los ojos. ¿Por qué si no esa referencia hacia el blanco de sus ojos? En fin, tampoco era algo por lo que le fuese la vida. Si ella no quería decir mas, y el chico tampoco soltaba una palabra, no iba ni a molestarse en intentar sonsacar algo mas.
Hazegawa se clasificó como simples personas, y alegó que eso del Dojutsu no era relevante. Vamos, se quitó de encima las miradas sin demasiado titubeo. Justo tras ello, lanzó la misma investigación e interés sobre las habilidades ígneas de la peliblanca. De hecho, no preguntó directamente, lanzó una solicitud de que le mostrara sus habilidades a causa de que la había visto realmente fuerte; que su mera presencia había asustado a los maleantes, y sentía curiosidad de cómo eran sus técnicas. La verdad, ni le convenía ni le hacía gracia.
Tal y como él había hecho anteriormente, la peliblanca trataría de quitarse de encima ese marrón, intentando hacerlo con bastante tacto. Total, ahora que mas o menos se llevaban bien, no debía estropearlo. —La verdad, no tengo sitio donde usar mis técnicas aquí... Son bastante fuertes, y terminaría provocando un gran incendio. La verdad, no creo que fuese una buena idea...
» Éstos bosques son el hábitat de numeroso osos panda, ni por asomo los pondría en riesgo con lo monos que son. Lo siento mucho.— Dijo la chica, quitándose de encima el muerto. En cierto modo, igual tenía razón. Si lanzase cualquier tipo de katon en un entorno tan... susceptible a arder, todo terminaría convirtiéndose en un inmenso infierno. Difícilmente pudiesen parar el paso del fuego con meros cubos de agua. Sin seguridad alguna de que alguien pudiese parar el fuego, no podía arriesgarse.
Por otro lado, tanto Hazegawa como la chica vieron que el lugar era seguro. La discusión del par de hombres quedó en mero silencio tras la advertencia del ayudante de la peliblanca, el cuál volvió a su posición anterior. Evidentemente, todo ese tipo de situaciones ya las habían vivido, y pese a que no terminaban de repetirse, ya tenían mas que aprendido cómo zafarlas.
—Bueno, ¿y qué hay de ti? Él acompaña a su familiar, y yo ando encargada del negocio. Tampoco eres residente del lugar si no me equivoco, ¿verdad?— Lanzó la pregunta a la chica, buscando evitar el silencio.
Hazegawa se clasificó como simples personas, y alegó que eso del Dojutsu no era relevante. Vamos, se quitó de encima las miradas sin demasiado titubeo. Justo tras ello, lanzó la misma investigación e interés sobre las habilidades ígneas de la peliblanca. De hecho, no preguntó directamente, lanzó una solicitud de que le mostrara sus habilidades a causa de que la había visto realmente fuerte; que su mera presencia había asustado a los maleantes, y sentía curiosidad de cómo eran sus técnicas. La verdad, ni le convenía ni le hacía gracia.
Tal y como él había hecho anteriormente, la peliblanca trataría de quitarse de encima ese marrón, intentando hacerlo con bastante tacto. Total, ahora que mas o menos se llevaban bien, no debía estropearlo. —La verdad, no tengo sitio donde usar mis técnicas aquí... Son bastante fuertes, y terminaría provocando un gran incendio. La verdad, no creo que fuese una buena idea...
» Éstos bosques son el hábitat de numeroso osos panda, ni por asomo los pondría en riesgo con lo monos que son. Lo siento mucho.— Dijo la chica, quitándose de encima el muerto. En cierto modo, igual tenía razón. Si lanzase cualquier tipo de katon en un entorno tan... susceptible a arder, todo terminaría convirtiéndose en un inmenso infierno. Difícilmente pudiesen parar el paso del fuego con meros cubos de agua. Sin seguridad alguna de que alguien pudiese parar el fuego, no podía arriesgarse.
Por otro lado, tanto Hazegawa como la chica vieron que el lugar era seguro. La discusión del par de hombres quedó en mero silencio tras la advertencia del ayudante de la peliblanca, el cuál volvió a su posición anterior. Evidentemente, todo ese tipo de situaciones ya las habían vivido, y pese a que no terminaban de repetirse, ya tenían mas que aprendido cómo zafarlas.
—Bueno, ¿y qué hay de ti? Él acompaña a su familiar, y yo ando encargada del negocio. Tampoco eres residente del lugar si no me equivoco, ¿verdad?— Lanzó la pregunta a la chica, buscando evitar el silencio.