11/09/2016, 14:12
Estaba claro, de entre todos los shinobis y kunoichis que había conocido hasta la fecha, Mizumi Eri fue de lejos la persona más agradable con diferencia, y encima de Uzushiogakure. Por el momento los más desagradables...Amegakure...¿Cómo podía ser de otra manera? Si siempre está lloviendo allí. ¡Es para volverse loco!
Ante mi sincero comentario la kunoichi se sonrojó, pero respondió de forma prudente como debía ser, la verdad que me tomé mucha confianza y eso podría haberla molestado.
—Es un placer, Yoshimitsu-san. —
Y como no era de otra forma le devolví el cumplido. -El placer es todo mío Eri-san. Sonreí.
Tras comentar que conocí a Yota, Eri afirmó conocerle también. Pensativa reconoció que efectivamente era un poco prepotente, pero que era digno de confianza. -Si, me impactó mucho su presentación. Le contesté mientras imitaba sus peculiares poses que recordaba. -Y sobre todo a su compañera Kumopansa, la araña parlanchina.
Apenado tras el recuerdo del fallido intento de cuando le pregunté de dónde porras adquirió a su mascota. -Le pregunté dónde encontró a Kumpopansa...pero no me lo quiso decir...
Pero bueno, quizás en mi caso me vendría mejor un pulpo parlanchin que me suministrase de tinta para mis obras
A todo esto y cambiando de tema, Eri se interesó por mi faceta artística, preguntándome abiertamente por mi especialidad.
—¿Y... Eres artista, dices?
-Si, ¡soy pintor! Dije entusiasmado. Retiré un poco mi túnica para acceder a mi portaobjetos, de ahí saqué mi kit de dibujo. -Te voy a enseñar un retrato que le hice a tu amigo Yota. Abrí mi estuche de dibujo y cogí un tubo cilíndrico de madera y cuero, que era donde guardaba mis obras terminadas.
Cogí el retrato de Yota y Kumopansa, y se lo di a Mizumi Eri para que le diera un vistazo. -Mira a ver que te parece, si quieres, te podría hacer uno a ti también. Sonreí
Ante mi sincero comentario la kunoichi se sonrojó, pero respondió de forma prudente como debía ser, la verdad que me tomé mucha confianza y eso podría haberla molestado.
—Es un placer, Yoshimitsu-san. —
Y como no era de otra forma le devolví el cumplido. -El placer es todo mío Eri-san. Sonreí.
Tras comentar que conocí a Yota, Eri afirmó conocerle también. Pensativa reconoció que efectivamente era un poco prepotente, pero que era digno de confianza. -Si, me impactó mucho su presentación. Le contesté mientras imitaba sus peculiares poses que recordaba. -Y sobre todo a su compañera Kumopansa, la araña parlanchina.
Apenado tras el recuerdo del fallido intento de cuando le pregunté de dónde porras adquirió a su mascota. -Le pregunté dónde encontró a Kumpopansa...pero no me lo quiso decir...
Pero bueno, quizás en mi caso me vendría mejor un pulpo parlanchin que me suministrase de tinta para mis obras
A todo esto y cambiando de tema, Eri se interesó por mi faceta artística, preguntándome abiertamente por mi especialidad.
—¿Y... Eres artista, dices?
-Si, ¡soy pintor! Dije entusiasmado. Retiré un poco mi túnica para acceder a mi portaobjetos, de ahí saqué mi kit de dibujo. -Te voy a enseñar un retrato que le hice a tu amigo Yota. Abrí mi estuche de dibujo y cogí un tubo cilíndrico de madera y cuero, que era donde guardaba mis obras terminadas.
Cogí el retrato de Yota y Kumopansa, y se lo di a Mizumi Eri para que le diera un vistazo. -Mira a ver que te parece, si quieres, te podría hacer uno a ti también. Sonreí