13/09/2016, 22:31
Al parecer la chica estaba totalmente equivocada acerca de la Nara, toda su teoría se vino al traste cuando comenzó a explicar parte de su vida. Según databa, la chica trabajaba desde hacía algún tiempo en la biblioteca de la urbe, lo cual le daba un beneficio suficiente para vivir ella y su abuelo. La verdad, no parecía mala chica. No tardó en revelar el porqué en buscaba otro trabajo mejor remunerado fuera de la urbe, y es que sin duda alguna los pandas la tenían enamoradita hasta los huesos. Con su simple expresión cualquiera podría haberse dado cuenta. Sin más, lanzó una pregunta a Hazegawa.
El chico titubeó por un instante ante la pregunta, pero rápidamente confesó la verdad. No le agradaban demasiado, prefería otro tipo de animales; prefería estar cerca de un koala antes que de un oso gigante bicolor. La verdad, no le culpaba por ello. ¿A quién en su sano juicio le agradaría un maldito oso gigantesco? Esos animales son horripilantes, podrían hacer trizas a una persona de un simple golpe con esas enormes patas... por no hablar de que desgarrarían a ésa pobre victima con sus poderosas garras, como si un cuchillo se deslizase entre mantequilla.
—Los koalas también dan grima... tan lentos, y raros...— Añadió la chica, soltando su pensamiento en voz alta.
Hazegawa inquirió que no quería liarla, y que incluso podía obsequiar a la peliblanca con uno de los dibujos de su prima a modo de disculpa. Además, sería toda una obra que podía exhibir en el Panda Fumado. La verdad, no lo tenía del todo claro... después de todo, no era ella quien se había encargado de la decoración, si no su amiga. Pero bueno, tampoco quedaría mal en alguna de las muchas habitaciones o salones.
—La verdad, no soy una fanática de los pandas tampoco. El nombre y decoración fue invención de mi amiga y socia... No soy demasiado creativa en ese aspecto.— Confesó la chica, así como informó de sus gusto para evitar la futura pregunta por parte de la Nara. —Sobre lo del dibujo de tu prima... si, puede estar bien. Pero como te digo, la decoración no es cosa mía. Igual creo que hay un salón en el que faltaría un poco de decoración en las paredes. Podría quedar bien allí.
Sin mas, la chica le propinó otro buche a su bebida. Estaba realmente cómoda, quizás demasiado para el comienzo que había tenido todo ésto. Pero en fin, según dicen bien está lo que bien acaba. Los malentendidos siempre ocurren, son cosas que no se pueden prever, de ahí su nombre.
—¿El apellido Nara no es perteneciente a un conocido clan shinobi? Es decir, algo leí sobre que eran casi tan conocidos como los Sarutobi.— Preguntó a la bibliotecaria.
El chico titubeó por un instante ante la pregunta, pero rápidamente confesó la verdad. No le agradaban demasiado, prefería otro tipo de animales; prefería estar cerca de un koala antes que de un oso gigante bicolor. La verdad, no le culpaba por ello. ¿A quién en su sano juicio le agradaría un maldito oso gigantesco? Esos animales son horripilantes, podrían hacer trizas a una persona de un simple golpe con esas enormes patas... por no hablar de que desgarrarían a ésa pobre victima con sus poderosas garras, como si un cuchillo se deslizase entre mantequilla.
—Los koalas también dan grima... tan lentos, y raros...— Añadió la chica, soltando su pensamiento en voz alta.
Hazegawa inquirió que no quería liarla, y que incluso podía obsequiar a la peliblanca con uno de los dibujos de su prima a modo de disculpa. Además, sería toda una obra que podía exhibir en el Panda Fumado. La verdad, no lo tenía del todo claro... después de todo, no era ella quien se había encargado de la decoración, si no su amiga. Pero bueno, tampoco quedaría mal en alguna de las muchas habitaciones o salones.
—La verdad, no soy una fanática de los pandas tampoco. El nombre y decoración fue invención de mi amiga y socia... No soy demasiado creativa en ese aspecto.— Confesó la chica, así como informó de sus gusto para evitar la futura pregunta por parte de la Nara. —Sobre lo del dibujo de tu prima... si, puede estar bien. Pero como te digo, la decoración no es cosa mía. Igual creo que hay un salón en el que faltaría un poco de decoración en las paredes. Podría quedar bien allí.
Sin mas, la chica le propinó otro buche a su bebida. Estaba realmente cómoda, quizás demasiado para el comienzo que había tenido todo ésto. Pero en fin, según dicen bien está lo que bien acaba. Los malentendidos siempre ocurren, son cosas que no se pueden prever, de ahí su nombre.
—¿El apellido Nara no es perteneciente a un conocido clan shinobi? Es decir, algo leí sobre que eran casi tan conocidos como los Sarutobi.— Preguntó a la bibliotecaria.