16/09/2016, 12:07
— ¡Ya veras Eri-chan! Será un buen regalo para tu novio.
Un tic se apoderó del ojo izquierdo de la joven. ¿Novio? Ja, ja, ja; su mente no podía dejar de reír ante la imaginación que tenía aquel muchacho. ¿Ella novio? Pffft, y qué más. No, definitivamente ella no tenía ningún novio ni ninguna clase de amigo que llegaba a rozar aquella zona de su vida íntima. Ella tenía su vida y los demás solo pasaban por ella, como un capítulo de un libro, vaya. Ella era el libro, la gente pasaba por páginas, ¡qué digo páginas! Pasaban por dos o tres líneas. Eso.
— ¿A que no me equivoco? — Insistió el artista, y Eri enrojeció de nuevo.
— ¡Qué va! ¿Yo, novio? Qué dices... — Contestó de forma nerviosa antes de ponerse a morder su labio inferior, miró hacia otro lado, evadiendo el tema como buenamente podía. ¡Le había pillado por sorpresa, a ella, una ninja de Uzushio! Tenía que entrenar más, sin duda.
— Es una especialidad de mi familia... Muy útil y llamativa como habrás podido comprobar. — Contestó el chico ahora haciendo referencia a su pequeño ratón de tinta, y por dentro la de cabellos azules suspiró con tranquilidad. — ¿Y tú Eri-chan? ¿Posees algún singular y único poder?
La pregunta le pilló por sorpresa — por segunda vez aquel día —, ¿hablar de ella misma? ¿Quién era este chico y por qué se interesaba en ella? ¡Eso era muy, pero que muy nuevo! — Ah, bueno... — Comenzó, rascándose la mejilla derecha con el dedo índice. — No es que tenga algún singular y único poder, solo me especializo en ninjutsu médico. — Explicó de forma más tranquila.
Esperaba que con eso bastase.
— ¿Y tú? Eres un gran artista, pero... ¿Qué más sabes hacer? — Preguntó esta vez ella, con curiosidad.
Aunque después confirmó que el talento le venía ya desde nacimiento, ¡llevaba dibujando desde que tenía memoria! Ella desde que tenía memoria lo único que ha hecho ha sido llorar... Empezó a practicar ninjutsu médico desde que tenía, qué, ¿nueve años? Ojalá el talento le viniese de familia como a otros...
Un tic se apoderó del ojo izquierdo de la joven. ¿Novio? Ja, ja, ja; su mente no podía dejar de reír ante la imaginación que tenía aquel muchacho. ¿Ella novio? Pffft, y qué más. No, definitivamente ella no tenía ningún novio ni ninguna clase de amigo que llegaba a rozar aquella zona de su vida íntima. Ella tenía su vida y los demás solo pasaban por ella, como un capítulo de un libro, vaya. Ella era el libro, la gente pasaba por páginas, ¡qué digo páginas! Pasaban por dos o tres líneas. Eso.
— ¿A que no me equivoco? — Insistió el artista, y Eri enrojeció de nuevo.
— ¡Qué va! ¿Yo, novio? Qué dices... — Contestó de forma nerviosa antes de ponerse a morder su labio inferior, miró hacia otro lado, evadiendo el tema como buenamente podía. ¡Le había pillado por sorpresa, a ella, una ninja de Uzushio! Tenía que entrenar más, sin duda.
— Es una especialidad de mi familia... Muy útil y llamativa como habrás podido comprobar. — Contestó el chico ahora haciendo referencia a su pequeño ratón de tinta, y por dentro la de cabellos azules suspiró con tranquilidad. — ¿Y tú Eri-chan? ¿Posees algún singular y único poder?
La pregunta le pilló por sorpresa — por segunda vez aquel día —, ¿hablar de ella misma? ¿Quién era este chico y por qué se interesaba en ella? ¡Eso era muy, pero que muy nuevo! — Ah, bueno... — Comenzó, rascándose la mejilla derecha con el dedo índice. — No es que tenga algún singular y único poder, solo me especializo en ninjutsu médico. — Explicó de forma más tranquila.
Esperaba que con eso bastase.
— ¿Y tú? Eres un gran artista, pero... ¿Qué más sabes hacer? — Preguntó esta vez ella, con curiosidad.
Aunque después confirmó que el talento le venía ya desde nacimiento, ¡llevaba dibujando desde que tenía memoria! Ella desde que tenía memoria lo único que ha hecho ha sido llorar... Empezó a practicar ninjutsu médico desde que tenía, qué, ¿nueve años? Ojalá el talento le viniese de familia como a otros...