17/09/2016, 12:50
— Bueno mujer, no pasa nada...somos jóvenes todavía para noviazgos...¿No crees?
— ¡Exacto! — Exclamó nada más terminar Yoshimitsu de hablar, muy rápido, antes de pensar en lo que hubiese dicho el muchacho si quiera. Mientras tanto, el shinobi de Taki siguió con el lienzo, Eri no tenía ni idea de cuánto se tardaba en hacer un retrato, había leído que según el artista, el cuadro podía tardar horas, y, por otro lado; podía tardar incluso diez minutos.
Aunque tampoco se estaba aburriendo, la verdad es que se lo estaba pasando bien.
— ¡Oye! !Eso está muy bien! Muy pocos son los que se atreven a ser ninjas médicos. En las guerras sois muy valiosos.
''¡Vaya! Visto así... Es... No sé, se siente agradable que la gente piense eso de ti.''
— ¡Se me da muy bien holgazanear! ¡Ja ja! Es broma, es broma. Pero nada especial, dicen que soy bastante inteligente para la edad que tengo y algo peculiar... — Su voz se engravó. — ¡Soy un tipo con suerte!
— ¡Vaya! — Exclamó, ilusionada. — ¿Un tipo con suerte? ¿Te refieres a que todo, todo lo que haces está bien? — Preguntó, incluso con más curiosidad que antes, compartiendo una sonrisa como la de Yoshi.
Pero antes de seguir hablando del sí mismos, el chico llamó la atención de la joven de Uzushio:
— Bueno...creo que ya está espero que te guste... Es un regalo...
Zaibatsu se acercó para enseñarle el dibujo a la huérfana, que viajó su mirada por el lienzo con un brillo de ilusión en sus ojos color verde. En él encontró a una joven que ni por asomo se parecía a la idea que tenía Eri de sí misma: era como un ángel de blanquecinas y suaves alas blancas, con su melena azulada rebelde, y a su vez que parecía que se encontraba en el sitio ideal; revoloteando a su alrededor gracias al viento, y unos ojos, que aunque inertes en el papel, parecían llenos de vida.
Era sin duda maravilloso.
Y quizás eso se quedaba muy, pero que muy corto.
— Es... Es... — Empezó, sin saber muy bien como expresar lo que estaba viendo. — No tengo palabras, Yoshi-san, es perfecto... Tienes un talento sin igual... — Dijo al final, con una sonrisa bastante amplia y los ojos cerrados en dirección al de Takigakure, agradecida. — ¡Muchas gracias!
— ¡Exacto! — Exclamó nada más terminar Yoshimitsu de hablar, muy rápido, antes de pensar en lo que hubiese dicho el muchacho si quiera. Mientras tanto, el shinobi de Taki siguió con el lienzo, Eri no tenía ni idea de cuánto se tardaba en hacer un retrato, había leído que según el artista, el cuadro podía tardar horas, y, por otro lado; podía tardar incluso diez minutos.
Aunque tampoco se estaba aburriendo, la verdad es que se lo estaba pasando bien.
— ¡Oye! !Eso está muy bien! Muy pocos son los que se atreven a ser ninjas médicos. En las guerras sois muy valiosos.
''¡Vaya! Visto así... Es... No sé, se siente agradable que la gente piense eso de ti.''
— ¡Se me da muy bien holgazanear! ¡Ja ja! Es broma, es broma. Pero nada especial, dicen que soy bastante inteligente para la edad que tengo y algo peculiar... — Su voz se engravó. — ¡Soy un tipo con suerte!
— ¡Vaya! — Exclamó, ilusionada. — ¿Un tipo con suerte? ¿Te refieres a que todo, todo lo que haces está bien? — Preguntó, incluso con más curiosidad que antes, compartiendo una sonrisa como la de Yoshi.
Pero antes de seguir hablando del sí mismos, el chico llamó la atención de la joven de Uzushio:
— Bueno...creo que ya está espero que te guste... Es un regalo...
Zaibatsu se acercó para enseñarle el dibujo a la huérfana, que viajó su mirada por el lienzo con un brillo de ilusión en sus ojos color verde. En él encontró a una joven que ni por asomo se parecía a la idea que tenía Eri de sí misma: era como un ángel de blanquecinas y suaves alas blancas, con su melena azulada rebelde, y a su vez que parecía que se encontraba en el sitio ideal; revoloteando a su alrededor gracias al viento, y unos ojos, que aunque inertes en el papel, parecían llenos de vida.
Era sin duda maravilloso.
Y quizás eso se quedaba muy, pero que muy corto.
— Es... Es... — Empezó, sin saber muy bien como expresar lo que estaba viendo. — No tengo palabras, Yoshi-san, es perfecto... Tienes un talento sin igual... — Dijo al final, con una sonrisa bastante amplia y los ojos cerrados en dirección al de Takigakure, agradecida. — ¡Muchas gracias!