24/05/2015, 23:47
A Juro le costaba imaginar una ciudad siempre castigada por la lluvia; y, aunque para Ayame era lo más natural del mundo, desde luego no le extrañaba aquel hecho. A ella misma le costaba imaginar una ciudad en la que no lloviera todos los días, en la que el Sol resplandeciera día sí y día también, en la que no se escuchara el constante repiqueteo de las gotas de agua sobre el asfalto...
—Sí, es signo de mal presagio —respondió, removiéndose con cierta incomodidad—. Cuando no llueve, algo malo pasa. Al menos en Amegakure —y así había sido, en uno de aquellos días "secanos" su madre había muerto al dar a luz a Ayame; en otra noche "seca", Shun la había secuestrado tras sellarle el Gobi en su interior para quedarse con su poder... No recordaba haber tenido otro día de secano dentro de su aldea; pero no tenía ninguna gana de experimentarlo—. No puedo extenderlo al resto de los países, por supuesto, pero para alguien como yo, que está acostumbrada a la lluvia y considera un mal presagio no tenerla encima de su cabeza... Es inquietante, aunque sea un sentimiento irrazonable. ¿Sabes lo que quiero decir? De hecho, es la primera vez que salgo de mi hogar. No es que huya del mundo exterior porque no llueva —añadió, con una renovada carcajada.
Juro mantenía la mirada fija en las tres colosales estatuas que caracterizaban el Valle del Fin. Parecía pensativo con respecto a aquellas, y no tardó en formular una nueva pregunta. Ayame torció el gesto, y aún tardó unos segundos en ressponder:
—Quién sabe... Pero desde luego bastantes años. A no ser que los que las construyeran contaran con técnicas que les ayudaran, ¿te imaginas? ¡Poderosas técnicas de roca! ¡BUM! —exclamó, risueña, zarandeando los brazos de manera frenética.
—Sí, es signo de mal presagio —respondió, removiéndose con cierta incomodidad—. Cuando no llueve, algo malo pasa. Al menos en Amegakure —y así había sido, en uno de aquellos días "secanos" su madre había muerto al dar a luz a Ayame; en otra noche "seca", Shun la había secuestrado tras sellarle el Gobi en su interior para quedarse con su poder... No recordaba haber tenido otro día de secano dentro de su aldea; pero no tenía ninguna gana de experimentarlo—. No puedo extenderlo al resto de los países, por supuesto, pero para alguien como yo, que está acostumbrada a la lluvia y considera un mal presagio no tenerla encima de su cabeza... Es inquietante, aunque sea un sentimiento irrazonable. ¿Sabes lo que quiero decir? De hecho, es la primera vez que salgo de mi hogar. No es que huya del mundo exterior porque no llueva —añadió, con una renovada carcajada.
Juro mantenía la mirada fija en las tres colosales estatuas que caracterizaban el Valle del Fin. Parecía pensativo con respecto a aquellas, y no tardó en formular una nueva pregunta. Ayame torció el gesto, y aún tardó unos segundos en ressponder:
—Quién sabe... Pero desde luego bastantes años. A no ser que los que las construyeran contaran con técnicas que les ayudaran, ¿te imaginas? ¡Poderosas técnicas de roca! ¡BUM! —exclamó, risueña, zarandeando los brazos de manera frenética.