22/09/2016, 22:41
El chiquillo se levantó, tembloroso como un corderillo. Pero, obediente al llamamiento de Ayame (o quizás a la cruda mirada de Zetsuo) terminó acercándose al escenario. Caminaba como un gorrión, con pasitos cortos y asustados. Y cuando llegó hasta el médico, lo miró con ojos brillantes y un mohín lloroso.
—Por favor, señor Zechuo, no m'haga daño.
A Ayame se le cayó el alma a los pies. Pero el médico no se amilanó ni un ápice.
—Vamos, si vas a ser un ninja hecho y derecho no vas a tenerle miedo a unas agujas de nada —le réplico, seco como una lija, mientras levantaba la jeringuilla para comprobar que la dosis que había tomado era la correcta.
En un abrir y cerrar de ojos, Zetsuo repitió el mismo proceso. El penetrante olor a alcohol llegó a la nariz del chiquillo, apenas un instante antes de sentir un leve pinchazo... que vino precedido de un ligero picor cuando el líquido fu inoculado.
Y en el momento en el que sacó la aguja, Ayame tomó aire:
—Moriyasu Shiori.
Mientras tanto, Daruu se había detenido a mitad del pasillo. Sus ojos divagaron hacia las dos únicas puertas diferentes y, tras algunas cavilaciones, se transformó en una chiquilla de cabellos castaños y se decidió a entrar en el baño de las mujeres.
Y, nada más abrir la puerta y poner un pie sobre las frías baldosas, pudo escuchar un sollozo lastimero que provenía de la última puerta en el cubículo que formaban los retretes.
—Por favor, señor Zechuo, no m'haga daño.
A Ayame se le cayó el alma a los pies. Pero el médico no se amilanó ni un ápice.
—Vamos, si vas a ser un ninja hecho y derecho no vas a tenerle miedo a unas agujas de nada —le réplico, seco como una lija, mientras levantaba la jeringuilla para comprobar que la dosis que había tomado era la correcta.
En un abrir y cerrar de ojos, Zetsuo repitió el mismo proceso. El penetrante olor a alcohol llegó a la nariz del chiquillo, apenas un instante antes de sentir un leve pinchazo... que vino precedido de un ligero picor cuando el líquido fu inoculado.
Y en el momento en el que sacó la aguja, Ayame tomó aire:
—Moriyasu Shiori.
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Mientras tanto, Daruu se había detenido a mitad del pasillo. Sus ojos divagaron hacia las dos únicas puertas diferentes y, tras algunas cavilaciones, se transformó en una chiquilla de cabellos castaños y se decidió a entrar en el baño de las mujeres.
Y, nada más abrir la puerta y poner un pie sobre las frías baldosas, pudo escuchar un sollozo lastimero que provenía de la última puerta en el cubículo que formaban los retretes.