25/09/2016, 04:49
La actitud del médico escondiéndose entre cenizas no era de lo mas prudente, mas obviamente él no esperaría una trama o desenlace como bien planeaba la Sarutobi. Evidentemente, algo tramaba él manteniéndose a las sombras. Pero la chica no pensaba dejarle tiempo para que éste se curase o algo similar, ésta batalla era totalmente suya. Por mucho que pudiese estar sobrepasándose, el chico no parecía estar por debajo de las expectativas, estaba siendo el mejor de los rivales. No podía quejarse en absoluto.
Con la mera chispa provocada por el kunai, todo se convirtió en un nuevo infierno. El fuego era rey absoluto en el dojo, nada le hacía frente. Con la nueva explosión de fuego, nada fue diferente. Todo a su paso ardió, y pronto toda la nube de humo desapareció tras el fuego. Para su sorpresa, en medio de la vorágine solo había sido víctima de su fuego una pobre armadura de la época Edo. A duras penas quedaban los restos, la chica también la había reducido a cenizas...
Suele pasar, un mero obstáculo en mitad de la trayectoria de las llamas no suele resistir demasiado. Pero algo fallaba, esa armadura no había de estar allí —El médico— la había cambiado de lugar, y seguramente a consecuencia él había tomado la posición de ésta. De nuevo, el chico había hecho gala de una buena estrategia cambiándose de lugar en el momento apropiado.
—Mierda...
Su quejido no fue tan alto como el nombre de la técnica bramada por su compañero y rival. En ésta ocasión se había tomado la libertad de atacar desde el punto ciego de la chica; desde la posición de la armadura, no había dudado en abusar de su elemento sorpresa.
La chica giró sobre sí misma, exponiendo su mirada a la del chico. Frente a ella, un torrente de aire avanzaba de manera estrepitosa, abalanzándose sobre ella inminentemente. No tenía demasiado tiempo para evadirla por completo, defenderla iba a ser un completo desastre, y realizar una técnica para contrarrestarla... «No queda otra... en fin...»
Sin demora, realizó un simple sello y escupió. Ya había usado ésta técnica justo hacía un rato, y había comprobado sus estragos... pero no le quedaba otra. No tenía en mente una técnica más rapida y eficiente, era su única opción de librarse de ese inminente ataque Futon.
Las llamas salieron de nuevo de los labios de la chica, que algo extenuada, había errado levemente en la dirección del disparo. Tampoco era algo que acusar, después de todo lo había hecho en respuesta inmediata a un Futon en su contra. Entre el estrés, la situación, y el cansancio... En fin, al menos la salvaría y arrasaría con su oponente.
«Ostras...HOSTIA!»
—CUIDADOOOO!!— Vociferó mientras alzaba la mano, intentando advertir a Mogura.
El torrente de aire no fue mas que combustible inmediato para las llamas de la chica. Pronto, el mayor de los incendios jamas vistos se vio como la llama de un simple mechero. Un auténtico torrente de fuego digno del mayor dragón tomó rumbo hacia su oponente. Arrasó con el suelo, con el techo, con las armas, con la pared... Las llamas lo quemaron todo a su paso. Por suerte para el chico el torrente de fuego pasó tan solo a su lado, quizás demasiado cerca. Pero hasta el patio había quedado en llamas. No era para menos, el aire alimenta el fuego... y esa era su mejor técnica.
Su corazón sin embargo latía a mil por segundo. Casi se le salía del pecho al darse cuenta de lo que había hecho. El hecho de ver a Mogura extinguido entre llamas la había sacado de su énfasis en el combate. Aún viendo que no le había acertado de lleno, no podía quitarse la imagen de la cabeza.
—Lo-lo siento...— Se disculpó aún con el brazo alzado en su dirección.
Las lágrimas le asomaron, y alguna que otra terminó recorriendo su mejilla de arriba a abajo. Dejó caer un suspiro, y por fin bajó el brazo. Aún no había podido tomar aire, el susto había sido enorme.
—Lo siento mucho, Mogura...— Volvió a repetir.
No sabía ni qué mas decir, se había pasado un pueblo. De pronto, su cuerpo se estremeció ante el tacto del agua. Si, hasta los sistemas anti incendios habían saltado. No era para menos, el fuego se había convertido en rey y señor del sitio.
Vida–
Chakra–
—Objetos:
* Ninguna AO *
Con la mera chispa provocada por el kunai, todo se convirtió en un nuevo infierno. El fuego era rey absoluto en el dojo, nada le hacía frente. Con la nueva explosión de fuego, nada fue diferente. Todo a su paso ardió, y pronto toda la nube de humo desapareció tras el fuego. Para su sorpresa, en medio de la vorágine solo había sido víctima de su fuego una pobre armadura de la época Edo. A duras penas quedaban los restos, la chica también la había reducido a cenizas...
Suele pasar, un mero obstáculo en mitad de la trayectoria de las llamas no suele resistir demasiado. Pero algo fallaba, esa armadura no había de estar allí —El médico— la había cambiado de lugar, y seguramente a consecuencia él había tomado la posición de ésta. De nuevo, el chico había hecho gala de una buena estrategia cambiándose de lugar en el momento apropiado.
—Mierda...
Su quejido no fue tan alto como el nombre de la técnica bramada por su compañero y rival. En ésta ocasión se había tomado la libertad de atacar desde el punto ciego de la chica; desde la posición de la armadura, no había dudado en abusar de su elemento sorpresa.
La chica giró sobre sí misma, exponiendo su mirada a la del chico. Frente a ella, un torrente de aire avanzaba de manera estrepitosa, abalanzándose sobre ella inminentemente. No tenía demasiado tiempo para evadirla por completo, defenderla iba a ser un completo desastre, y realizar una técnica para contrarrestarla... «No queda otra... en fin...»
Sin demora, realizó un simple sello y escupió. Ya había usado ésta técnica justo hacía un rato, y había comprobado sus estragos... pero no le quedaba otra. No tenía en mente una técnica más rapida y eficiente, era su única opción de librarse de ese inminente ataque Futon.
Las llamas salieron de nuevo de los labios de la chica, que algo extenuada, había errado levemente en la dirección del disparo. Tampoco era algo que acusar, después de todo lo había hecho en respuesta inmediata a un Futon en su contra. Entre el estrés, la situación, y el cansancio... En fin, al menos la salvaría y arrasaría con su oponente.
«Ostras...HOSTIA!»
—CUIDADOOOO!!— Vociferó mientras alzaba la mano, intentando advertir a Mogura.
El torrente de aire no fue mas que combustible inmediato para las llamas de la chica. Pronto, el mayor de los incendios jamas vistos se vio como la llama de un simple mechero. Un auténtico torrente de fuego digno del mayor dragón tomó rumbo hacia su oponente. Arrasó con el suelo, con el techo, con las armas, con la pared... Las llamas lo quemaron todo a su paso. Por suerte para el chico el torrente de fuego pasó tan solo a su lado, quizás demasiado cerca. Pero hasta el patio había quedado en llamas. No era para menos, el aire alimenta el fuego... y esa era su mejor técnica.
Su corazón sin embargo latía a mil por segundo. Casi se le salía del pecho al darse cuenta de lo que había hecho. El hecho de ver a Mogura extinguido entre llamas la había sacado de su énfasis en el combate. Aún viendo que no le había acertado de lleno, no podía quitarse la imagen de la cabeza.
—Lo-lo siento...— Se disculpó aún con el brazo alzado en su dirección.
Las lágrimas le asomaron, y alguna que otra terminó recorriendo su mejilla de arriba a abajo. Dejó caer un suspiro, y por fin bajó el brazo. Aún no había podido tomar aire, el susto había sido enorme.
—Lo siento mucho, Mogura...— Volvió a repetir.
No sabía ni qué mas decir, se había pasado un pueblo. De pronto, su cuerpo se estremeció ante el tacto del agua. Si, hasta los sistemas anti incendios habían saltado. No era para menos, el fuego se había convertido en rey y señor del sitio.
Estado de Katomi
Vida
88/120
0
–Chakra
13/150
-30
–—Objetos:
- Bandana ninja [Cintura]
- Portaobjetos básico (0/10) [Muslo derecho]
- Kunai (0) [Portaobjetos]
* Ninguna AO *