25/09/2016, 21:14
La chica no solo se había pasado tres pueblos y medio, casi había llegado a pasarse por países. No había estado cerca de carbonizar a su compañero y amigo, mas bien había estado cerca de quemar hasta el último palmo de la planta donde se encontraban del torreón. Tan solo había empezado a lanzar un poquito de fuego por aquí y por allá, y cuando se había dado cuenta estaba realizando katones dignos de sus mejores antepasados. La tormenta de fuego que había creado había sido descomunal, algo fuera de lugar, desorbitado.
Pero por suerte no había apuntado bien con ésta última técnica.
El corazón de la chica aún palpitaba frenéticamente, sin descanso alguno. Lejos de quedarse de piedra, maldecirla, o caer desmayado, su compañero corrió hacia ella para "socorrerla". Craso error el suyo, pues en ese mismo instante la chica necesitaba aire. Curiosamente, la ausencia de aire la mantuvo por un momento entre los brazos del chico. Aunque era él la victima, con el abrazo y sus palabras, mas bien parecía la chica la que acababa de ver la muerte pasar de largo. Las lágrimas aún recorrían la mejilla de la chica, y no soltó una sola palabra mas. Mogura era quien consolaba a la piromana, y no al revés.
Al fin, la chica tomó aire. Sin respuesta alguna, respondió al afecto del médico con un abrazo, devolviendole el gesto en igual condición. Con un "Estoy aquí, no te preocupes..." el chico terminó de consolarla. La Sarutobi se secó las lágrimas de su mejilla derecha con la mano diestra, y sin despegarse demasiado del abrazo, llevó la misma hacia la mejilla del chico. Tomó ésta con suavidad, mientras que clavaba sus ojos en los del chico, y por un momento se dejó llevar.
Acercó su rostro hacia el suyo, pensando que podía haber sido la última vez que viese esos ojos color café. Sus labios casi rozaban los del médico. Podía decirse que era la primera vez que iba a hacer ésto... pero el instinto se lo pedía. —POLF!— Su puño golpeó sin piedad la cabeza del chico, dándole un coscorrón para que escarmentara.
—IDIOTA! CASI ME MATAS DEL SUSTO!— Gritó realmente enfadada.
Pero de nuevo volvió a abrazarlo con fuerzas. Una cosa no quitaba la otra... —No vuelvas a asustarme así... por favor...
Pero por suerte no había apuntado bien con ésta última técnica.
El corazón de la chica aún palpitaba frenéticamente, sin descanso alguno. Lejos de quedarse de piedra, maldecirla, o caer desmayado, su compañero corrió hacia ella para "socorrerla". Craso error el suyo, pues en ese mismo instante la chica necesitaba aire. Curiosamente, la ausencia de aire la mantuvo por un momento entre los brazos del chico. Aunque era él la victima, con el abrazo y sus palabras, mas bien parecía la chica la que acababa de ver la muerte pasar de largo. Las lágrimas aún recorrían la mejilla de la chica, y no soltó una sola palabra mas. Mogura era quien consolaba a la piromana, y no al revés.
Al fin, la chica tomó aire. Sin respuesta alguna, respondió al afecto del médico con un abrazo, devolviendole el gesto en igual condición. Con un "Estoy aquí, no te preocupes..." el chico terminó de consolarla. La Sarutobi se secó las lágrimas de su mejilla derecha con la mano diestra, y sin despegarse demasiado del abrazo, llevó la misma hacia la mejilla del chico. Tomó ésta con suavidad, mientras que clavaba sus ojos en los del chico, y por un momento se dejó llevar.
Acercó su rostro hacia el suyo, pensando que podía haber sido la última vez que viese esos ojos color café. Sus labios casi rozaban los del médico. Podía decirse que era la primera vez que iba a hacer ésto... pero el instinto se lo pedía. —POLF!— Su puño golpeó sin piedad la cabeza del chico, dándole un coscorrón para que escarmentara.
—IDIOTA! CASI ME MATAS DEL SUSTO!— Gritó realmente enfadada.
Pero de nuevo volvió a abrazarlo con fuerzas. Una cosa no quitaba la otra... —No vuelvas a asustarme así... por favor...