25/05/2015, 15:46
Reiji insistía una y otra vez en que él no mordía, pero algo en aquella afirmación no terminaba de calmarla. Quizás había sido el añadido que había hecho: "no mucho"; o quizás era el hecho de que se había acuclillado sobre el suelo y rebuscaba algo con ahínco. Ayame, inquieta, no podía apartar la mirada de él al tiempo que cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra.
—S... sí, claro que me he graduado. Era una manera de hablar —balbuceó, con un hilo de voz, sin quitarle el ojo de encima al movimiento de sus manos. ¿Qué demonios estaba buscando? ¿Algún utensilio para sacarle la sangre y poder devorarla, o algo así? Sin embargo, Reiji mantenía aquella actitud cordial hacia ella, y finalmente consiguió arrancarle una trémula sonrisa cuando afirmó que no podría atacarla si no fuera con la bolsa de la carne—. Bueno, cualquier objeto en las armas adecuadas puede ser un peligroso arma —no podía decirle que lo que ella esperaba era terminar viendo los colmillos retráctiles de un vampiro asomar por sus labios. Simplemente no podía.
Y al fin, el pequeño vampiro pareció encontrar lo que parecía estar buscando con tanto ahínco. Y no era precisamente algo que Ayame hubiese estado esperando. El mundo comenzó a girar a su alrededor a toda velocidad cuando le vio sacar una pequeña bolsa de forma ovalada y completamente transparente que dejaba a la vista un líquido denso de color rojo intenso.
«No puede ser... Me está tomando el pelo...» Ni siquiera necesitaba alcanzar a leer la etiqueta que llevaba pegada, su padre era médico y Ayame había visto aquel tipo de bolsas muchas veces.
Reiji tenía que estar bromeando. Aquel líquido no podía ser sangre; y, aún en el caso de que lo fuera y el chico la necesitara por cualquier razón, no podían ser ciertos los rumores que circulaban sobre él...
Pero totalmente ajeno a su horror, Reiji arrancó el tapón de la bolsa de un fiero bocado y se la llevó a la boca... para comenzar a beber de ella con gran avidez.
«No es verdad... Se está riendo de mí... Eso debe de ser zumo de tomate o algo así, ¡sí, eso es! Tiene que ser eso...» Se repetía una y otra vez, como un interminable mantra. Aún tardó un poco en sentir el tacto áspero del asfalto bajo las palmas de sus manos. ¿Cuándo se había caído al suelo? ¿Y por qué su cuerpo temblaba de aquella manera?
Tan sorprendida estaba, tan asustada, que ni siquiera escuchó las siguientes explicaciones de su interlocutor.
—E... eres un vampiro... de verdad...
—S... sí, claro que me he graduado. Era una manera de hablar —balbuceó, con un hilo de voz, sin quitarle el ojo de encima al movimiento de sus manos. ¿Qué demonios estaba buscando? ¿Algún utensilio para sacarle la sangre y poder devorarla, o algo así? Sin embargo, Reiji mantenía aquella actitud cordial hacia ella, y finalmente consiguió arrancarle una trémula sonrisa cuando afirmó que no podría atacarla si no fuera con la bolsa de la carne—. Bueno, cualquier objeto en las armas adecuadas puede ser un peligroso arma —no podía decirle que lo que ella esperaba era terminar viendo los colmillos retráctiles de un vampiro asomar por sus labios. Simplemente no podía.
Y al fin, el pequeño vampiro pareció encontrar lo que parecía estar buscando con tanto ahínco. Y no era precisamente algo que Ayame hubiese estado esperando. El mundo comenzó a girar a su alrededor a toda velocidad cuando le vio sacar una pequeña bolsa de forma ovalada y completamente transparente que dejaba a la vista un líquido denso de color rojo intenso.
«No puede ser... Me está tomando el pelo...» Ni siquiera necesitaba alcanzar a leer la etiqueta que llevaba pegada, su padre era médico y Ayame había visto aquel tipo de bolsas muchas veces.
Reiji tenía que estar bromeando. Aquel líquido no podía ser sangre; y, aún en el caso de que lo fuera y el chico la necesitara por cualquier razón, no podían ser ciertos los rumores que circulaban sobre él...
Pero totalmente ajeno a su horror, Reiji arrancó el tapón de la bolsa de un fiero bocado y se la llevó a la boca... para comenzar a beber de ella con gran avidez.
«No es verdad... Se está riendo de mí... Eso debe de ser zumo de tomate o algo así, ¡sí, eso es! Tiene que ser eso...» Se repetía una y otra vez, como un interminable mantra. Aún tardó un poco en sentir el tacto áspero del asfalto bajo las palmas de sus manos. ¿Cuándo se había caído al suelo? ¿Y por qué su cuerpo temblaba de aquella manera?
Tan sorprendida estaba, tan asustada, que ni siquiera escuchó las siguientes explicaciones de su interlocutor.
—E... eres un vampiro... de verdad...

![[Imagen: kQqd7V9.png]](https://i.imgur.com/kQqd7V9.png)