30/09/2016, 18:46
Daruu entró en el baño de las chicas transformado en una dulce chiquilla. Dando saltitos se acercó hasta el baño más alejado del cubículo que formaban los retretes y tocó a la puerta con su manita.
—¡Oh! —exclamó, con fingida sorpresa—. ¿Hola? ¿Hola? ¿Estás bien?
Los sollozos se interrumpieron repentinamente cuando la niña que se encontraba dentro se dio cuenta de que había alguien más aparte de ella en aquel lugar. Tras un seco chasquido del pestillo, la puerta se abrió con un seco chasquido. Allí, sentada sobre el retrete, estaba la chiquilla con sus dos coletitas rubias caídas tristemente sobre sus hombros y sus ojos verdes empapados en lágrimas de terror. Karuri Musagi inspeccionó de arriba a abajo a la niña en la que se había transformado Daruu y entonces dejó escapar un quejido lastimero.
—Sí... ¿Tú...? ¿Quién eres? ¿También te has escapado...? —balbuceó, temblorosa.
—¡Oh! —exclamó, con fingida sorpresa—. ¿Hola? ¿Hola? ¿Estás bien?
Los sollozos se interrumpieron repentinamente cuando la niña que se encontraba dentro se dio cuenta de que había alguien más aparte de ella en aquel lugar. Tras un seco chasquido del pestillo, la puerta se abrió con un seco chasquido. Allí, sentada sobre el retrete, estaba la chiquilla con sus dos coletitas rubias caídas tristemente sobre sus hombros y sus ojos verdes empapados en lágrimas de terror. Karuri Musagi inspeccionó de arriba a abajo a la niña en la que se había transformado Daruu y entonces dejó escapar un quejido lastimero.
—Sí... ¿Tú...? ¿Quién eres? ¿También te has escapado...? —balbuceó, temblorosa.