30/09/2016, 23:00
La chiquilla en la que se había transformado Daruu soltó una risilla infantil, antes de torcer el gesto.
—No... Al final no ha sido para tanto, ¿sabes? Ha sido un pequeño pinchacito pero no duele casi nada... El tío ese que se ha desmayado era un cobardica.
Los labios de Musagi temblaron en un pequeño puchero y sus ojos esmeraldas volvieron a inundarse rápidamente. Por como se sacudieron sus pequeños hombros, parecía que estaba a punto de echarse a llorar otra vez.
—Venga, chica. Solo va a ser una vez y ahora están repartiendo piruletas. ¡Dejan elegir sabor y todo!
—¡NO! —chilló, y volvió a cerrar la puerta de un sonoro portazo—. Yo no quiero... que me pinchen... Me da miedo... Me dan miedo las agujas... Me da miedo ese señor... —balbuceaba entre renovados llantos—. ¡Por favor, no dejes que me encuentren!
—No... Al final no ha sido para tanto, ¿sabes? Ha sido un pequeño pinchacito pero no duele casi nada... El tío ese que se ha desmayado era un cobardica.
Los labios de Musagi temblaron en un pequeño puchero y sus ojos esmeraldas volvieron a inundarse rápidamente. Por como se sacudieron sus pequeños hombros, parecía que estaba a punto de echarse a llorar otra vez.
—Venga, chica. Solo va a ser una vez y ahora están repartiendo piruletas. ¡Dejan elegir sabor y todo!
—¡NO! —chilló, y volvió a cerrar la puerta de un sonoro portazo—. Yo no quiero... que me pinchen... Me da miedo... Me dan miedo las agujas... Me da miedo ese señor... —balbuceaba entre renovados llantos—. ¡Por favor, no dejes que me encuentren!