9/10/2016, 04:36
Era bastante irritante el tener que contener a una loca como Emiko estando totalmente sola y para colmo cuidando que no lastimara a un par de inútiles que se dejaron seducir. ~¡Cómo si no tuviesen dónde mirar! ~Se quejaba en su mente la fastidiada kunoichi que ya no sabía qué más hacer para mantener a aquella desquiciada al margen.
Pero casi como invocado por los ángeles, allí apareció el sacerdote, ese que no les iba a permitir hacer las cosas como se les antojaba y el mejor sujeto para atestiguar. Solo bastaba con que Emiko se mantuviese de la misma manera alocada para que les terminase dando toda la razón a los shinobis aunque si vamos al caso, la única que estaba trabajando aquí era Noemi, pero si indagamos un poco más, sin esos dos idiotas la mujer no habría revelado su verdadero rostro.
—Supongo que es suficiente aunque… —Soltó Noemi con una sonrisa llena de satisfacción aunque habían un par de detalles que quedaban dando vueltas. —Supongo que ya sabías de todo Hiromi, digo, por lo que acaba de hablar Emiko. —Agregó con cierta arrogancia a la vez que se acercaba a los dos entes.
Sin más rodeos, la Senju deslizó la vaina de la katana entre la mujer y el sacerdote de forma horizontal y tomándola por ambos extremos tiró de la misma para atraparle. Emiko quedaría con la vaina apretando levemente el cuello y el cuerpo de la de Taki haría de tope para evitar que se intentase escapar.
—Entonces Hiromi-san… ¿Qué hacemos…? —Soltó con cierta tonada algo arrogante sin lugar a dudas esperando alguna indicación ya que ignoraba el estado actual de sus compañeros.
Pero casi como invocado por los ángeles, allí apareció el sacerdote, ese que no les iba a permitir hacer las cosas como se les antojaba y el mejor sujeto para atestiguar. Solo bastaba con que Emiko se mantuviese de la misma manera alocada para que les terminase dando toda la razón a los shinobis aunque si vamos al caso, la única que estaba trabajando aquí era Noemi, pero si indagamos un poco más, sin esos dos idiotas la mujer no habría revelado su verdadero rostro.
—Supongo que es suficiente aunque… —Soltó Noemi con una sonrisa llena de satisfacción aunque habían un par de detalles que quedaban dando vueltas. —Supongo que ya sabías de todo Hiromi, digo, por lo que acaba de hablar Emiko. —Agregó con cierta arrogancia a la vez que se acercaba a los dos entes.
Sin más rodeos, la Senju deslizó la vaina de la katana entre la mujer y el sacerdote de forma horizontal y tomándola por ambos extremos tiró de la misma para atraparle. Emiko quedaría con la vaina apretando levemente el cuello y el cuerpo de la de Taki haría de tope para evitar que se intentase escapar.
—Entonces Hiromi-san… ¿Qué hacemos…? —Soltó con cierta tonada algo arrogante sin lugar a dudas esperando alguna indicación ya que ignoraba el estado actual de sus compañeros.