17/10/2016, 22:25
La kunoichi parecía estar de acuerdo con lo que el joven médico pensaba sobre la ubicación y la función final que podían llegar a tener en el combate aquellos que salvaban a la gente o mas bien que la curaban, modos de salvar a una persona existen miles, de curarla ya no tantos.
Misma aldea, mismo oficio, mismos ideales... buenos amigos...
Sonrió ante la respuesta de la kunoichi, no parecía haber dudado dos veces en decir lo que pensaba, casi como una maldición la cual él también compartía. Significaba mucho para él escuchar esas palabras salir de su boca, se sentía agradable escucharlo por parte de una persona a la cual apreciaba.
¿Una piromana...?
Dijo para luego dejar escapar una pequeña carcajada junto a la peliblanca. Podría ser un apodo bien ganado pero no sonaba tan bien para él como la Princesa dragón, pero vamos a fin de cuentas depende de que lado se tiene a la persona, no le dices Princesa dragón a alguien que va y quema tu rancho sino que le gritas algo como loca piromana o cosas por el estilo.
No se me ocurre mejor persona en quien depositar mi confianza que en la piromana conocida como Sarutobi Katomi. No te atrevas a dudar de eso nunca.
La miró directo a los ojos en el momento en que sus labios dejaron escapar aquellas palabras, su sonrisa se fue apagando poco a poco para acompañar con una mirada seria que buscaban proyecta la total sinceridad que había en su mensaje.
Así que si tu objetivo es prender fuego cosas, te ayudaré en con eso. Alguien tiene que evitar que te prendas fuego sola.
Agregó con una sincera sonrisa en el rostro y terminando con un comentario sin mucho sentido a esas alturas del partido, si la kunoichi ya tenía hasta un atuendo de llamas que no le quedaba nada mal.
Después de unos segundos más, un sonido marcaría la llegada del ascensor a la planta baja, a su destino. Las puertas no tardarían nada prácticamente en abrirse y dejarles el camino libre a los jovenes genin para que marcharan a su siguiente destino.
Ouch.
No pudo evitar soltar el shinobi al intentar dar un paso con su pierna afectada, evidenciando que su curación no era tan mágica como podría llegar a pensarse. Había repartido mal el peso, por falta de costumbre básicamente.
Misma aldea, mismo oficio, mismos ideales... buenos amigos...
Sonrió ante la respuesta de la kunoichi, no parecía haber dudado dos veces en decir lo que pensaba, casi como una maldición la cual él también compartía. Significaba mucho para él escuchar esas palabras salir de su boca, se sentía agradable escucharlo por parte de una persona a la cual apreciaba.
¿Una piromana...?
Dijo para luego dejar escapar una pequeña carcajada junto a la peliblanca. Podría ser un apodo bien ganado pero no sonaba tan bien para él como la Princesa dragón, pero vamos a fin de cuentas depende de que lado se tiene a la persona, no le dices Princesa dragón a alguien que va y quema tu rancho sino que le gritas algo como loca piromana o cosas por el estilo.
No se me ocurre mejor persona en quien depositar mi confianza que en la piromana conocida como Sarutobi Katomi. No te atrevas a dudar de eso nunca.
La miró directo a los ojos en el momento en que sus labios dejaron escapar aquellas palabras, su sonrisa se fue apagando poco a poco para acompañar con una mirada seria que buscaban proyecta la total sinceridad que había en su mensaje.
Así que si tu objetivo es prender fuego cosas, te ayudaré en con eso. Alguien tiene que evitar que te prendas fuego sola.
Agregó con una sincera sonrisa en el rostro y terminando con un comentario sin mucho sentido a esas alturas del partido, si la kunoichi ya tenía hasta un atuendo de llamas que no le quedaba nada mal.
Después de unos segundos más, un sonido marcaría la llegada del ascensor a la planta baja, a su destino. Las puertas no tardarían nada prácticamente en abrirse y dejarles el camino libre a los jovenes genin para que marcharan a su siguiente destino.
Ouch.
No pudo evitar soltar el shinobi al intentar dar un paso con su pierna afectada, evidenciando que su curación no era tan mágica como podría llegar a pensarse. Había repartido mal el peso, por falta de costumbre básicamente.