18/10/2016, 18:54
— Sin duda, me parece un gesto super altruista lo de ayudar en el hospital.
Antes de continuar con su discurso, las mejillas de la kunoichi se volvieron a encender, pero evitó el contacto visual con su acompañante para que éste no se diese cuenta.
— Entiendo a tu vecina, querer a alguien como tú para hacer de modelo...vamos que tu vecina no es tonta hehe.
— ¡Yoshi-san, por favor! — Contestó, agitada, mientras el color aumentaba en sus mejillas. Luego carraspeó, ya que había empezado a hablar, quería terminar. Y así hizo, terminando con la misma pregunta pero esta vez para el de Takigakure, que comenzó a hablar en cuanto ella había terminado.
— Pues...en mis ratos libres... En mis ratos libres me suelo escapar de mi villa y me doy unos viajes como este, para desconectar. Yo entreno también, pero más la mente que otra cosa, me gusta leer mucho, cosas que no debería leer alguien como yo, y eso a veces me hace meterme en problemas. Estoy enfocando la especialidad de mi familia de una manera "distinta" y eso hace enojar a mis padres.
— ¿De una manera distinta? — Preguntó, curiosa. — ¿A qué te refieres?
Yoshi continuó.
— Por lo menos mi abuelo está de mi parte, le parece muy interesante mi "visión". Si no fuera por él, no hubiera podido progresar en absoluto en mi trabajo, sino fuera por él, no sería si quiera shinobi.
— Vaya... Tu abuelo debe ser una persona maravillosa. — Soltó, maravillada. — Me alegro de que te enseñase, así hoy hemos podido conocernos. — Alegó mostrando una sonrisa.
— Y a mi también me gustan los batidos y de todo lo que sea dulce. Soy un apasionado de la comida en general, pero valoro y aprecio aquella que está preparada por uno mismo. Vamos lo que vendría a ser la comida casera. Las recetas de nuestras madres y abuelas hehe esas son las mejores.
Eri enmudeció, y escuchó en lo más oculto de su mente una gota cayendo hasta impactar con un lago imaginario. Se mordió el labio inferior, nerviosa por primera vez en mucho tiempo.
— Los batidos... Están muy bien... — Logró pronunciar tras unos segundos dubitativa. — Ojalá hubiese probado las recetas de mi madre. — Más que un deseo fue un pensamiento escapado de por entre sus labios. El brillo de sus ojos se apagó, y la joven siguió mordiéndose el labio.
No era que no había superado lo de sus padres, sin embargo, los hechos ocurridos últimamente no la dejaban buen sabor de boca.
Antes de continuar con su discurso, las mejillas de la kunoichi se volvieron a encender, pero evitó el contacto visual con su acompañante para que éste no se diese cuenta.
— Entiendo a tu vecina, querer a alguien como tú para hacer de modelo...vamos que tu vecina no es tonta hehe.
— ¡Yoshi-san, por favor! — Contestó, agitada, mientras el color aumentaba en sus mejillas. Luego carraspeó, ya que había empezado a hablar, quería terminar. Y así hizo, terminando con la misma pregunta pero esta vez para el de Takigakure, que comenzó a hablar en cuanto ella había terminado.
— Pues...en mis ratos libres... En mis ratos libres me suelo escapar de mi villa y me doy unos viajes como este, para desconectar. Yo entreno también, pero más la mente que otra cosa, me gusta leer mucho, cosas que no debería leer alguien como yo, y eso a veces me hace meterme en problemas. Estoy enfocando la especialidad de mi familia de una manera "distinta" y eso hace enojar a mis padres.
— ¿De una manera distinta? — Preguntó, curiosa. — ¿A qué te refieres?
Yoshi continuó.
— Por lo menos mi abuelo está de mi parte, le parece muy interesante mi "visión". Si no fuera por él, no hubiera podido progresar en absoluto en mi trabajo, sino fuera por él, no sería si quiera shinobi.
— Vaya... Tu abuelo debe ser una persona maravillosa. — Soltó, maravillada. — Me alegro de que te enseñase, así hoy hemos podido conocernos. — Alegó mostrando una sonrisa.
— Y a mi también me gustan los batidos y de todo lo que sea dulce. Soy un apasionado de la comida en general, pero valoro y aprecio aquella que está preparada por uno mismo. Vamos lo que vendría a ser la comida casera. Las recetas de nuestras madres y abuelas hehe esas son las mejores.
Eri enmudeció, y escuchó en lo más oculto de su mente una gota cayendo hasta impactar con un lago imaginario. Se mordió el labio inferior, nerviosa por primera vez en mucho tiempo.
— Los batidos... Están muy bien... — Logró pronunciar tras unos segundos dubitativa. — Ojalá hubiese probado las recetas de mi madre. — Más que un deseo fue un pensamiento escapado de por entre sus labios. El brillo de sus ojos se apagó, y la joven siguió mordiéndose el labio.
No era que no había superado lo de sus padres, sin embargo, los hechos ocurridos últimamente no la dejaban buen sabor de boca.