27/05/2015, 20:59
La señora se dedicaba a apoyar el bastón en el suelo, a un lado , y al otro, y así sucesivamente, mientras observaba a los dos chicos. Mantener ese rostro inquietante intacto parecía difícil, pero ella lo hacía parecer simple. Hasta se permitía el lujo de pestañear de vez en cuando.
Escuchó las contestaciones de los dos chicos, y manteniendo su sonrisa afable, pronunció más palabras, con un tono de voz más dulce y tranquilo, que no pegaban para nada con su voz ronca.
— Oooh, así que sois "shinobas" de esos — contestó, dejando salir el tono coloquial de una abuela, sin darse cuenta del fallo — Quien lo diría, sois tan pequeños...
— Si...solo venimos para verlo — comentó, sin animo de corregirla, recuperado de la impresión. Bueno, más o menos.
La anciana escucho con ternura a ambos chicos, y se quedó mirando fijamente a Ayame, mientras esta se atrevía a formular la pregunta. La anciana pareció encantada de que le dieran pie a hablar.
— Veras querida.... — carraspeo. No era una buena señal — Vengo de viaje con mi hija. Después de que una ha vivido atrapada en su país de origen, ella ha decidido llevarme a ver mundo. ¡Si alguien me hubiese dicho que mi hija haría algo tan bonito por mi no me lo creería¡ — Juro sonrió, la mujer parecía encantada, por un momento, que simplemente se desvaneció, para su sorpresa — Pero como no, siempre tiene que estropearlo. ¡No puede dejarme ser feliz¡ Quiso escaquearse de venir conmigo a mitad de viaje, justo a varios días de aqui.
Su voz había pasado de feliz, a enfado. Y en la última frase, a tristeza. Dejo escapar un sollozo mientras lo contaba, claramente afectada. Pero otra vez, sufría un drástico cambio. Sus facciones volverían a endurecerse, y empezaría a apretar el bastón.
— Me vino con una excusa barata. ¿Te lo puedes creer? — su mirada se dirigía esta vez a Ayame, que era con la que más cómoda parecía estar contando su historia — Me dijo que tenía algo como "Diarreo". La cogí de la oreja y la obligue a irse conmigo. ¡Si se creía que íbamos a darnos la vuelta a estas alturas, iba lista¡
Juro estaba extrañado. ¿Tenía mal el oído? ¿Lo había entendido mal? Algo le pasaba a esa señora...
En cuanto Ayame sacó la cantimplora, la cosa se puso muy fea...
La señora, rápida como una centella, golpeó la zona cercana a Ayame con el bastón, mientras con la otra mano agarraba la cantimplora de las pobres manos de la muchacha.
— ¿Que hace? — pregunto Juro, con un tono de voz más duro, intentando imponerse, cosa que no funciono.
—¿¡Como que que hago¡? — el bastón centelleo otra vez, esta vez en la zona cercana a Juro, haciendole retroceder brevemente...— ¿Os creéis que no se lo que hacéis? Os hacéis los mayores por ser "shinobas" pero a mi no me engañáis. ¡Los menores no pueden beber alcohol¡
La anciana aun blandía el bastón furiosamente, totalmente encabezonada con la idea. La pregunta autoritaria de Juro quedó sofocada por sus gritos, y la mujer parecía aun más amenazante de lo que había estado antes. Quizá fuese por el bastón, que blandía cual látigo...
Escuchó las contestaciones de los dos chicos, y manteniendo su sonrisa afable, pronunció más palabras, con un tono de voz más dulce y tranquilo, que no pegaban para nada con su voz ronca.
— Oooh, así que sois "shinobas" de esos — contestó, dejando salir el tono coloquial de una abuela, sin darse cuenta del fallo — Quien lo diría, sois tan pequeños...
— Si...solo venimos para verlo — comentó, sin animo de corregirla, recuperado de la impresión. Bueno, más o menos.
La anciana escucho con ternura a ambos chicos, y se quedó mirando fijamente a Ayame, mientras esta se atrevía a formular la pregunta. La anciana pareció encantada de que le dieran pie a hablar.
— Veras querida.... — carraspeo. No era una buena señal — Vengo de viaje con mi hija. Después de que una ha vivido atrapada en su país de origen, ella ha decidido llevarme a ver mundo. ¡Si alguien me hubiese dicho que mi hija haría algo tan bonito por mi no me lo creería¡ — Juro sonrió, la mujer parecía encantada, por un momento, que simplemente se desvaneció, para su sorpresa — Pero como no, siempre tiene que estropearlo. ¡No puede dejarme ser feliz¡ Quiso escaquearse de venir conmigo a mitad de viaje, justo a varios días de aqui.
Su voz había pasado de feliz, a enfado. Y en la última frase, a tristeza. Dejo escapar un sollozo mientras lo contaba, claramente afectada. Pero otra vez, sufría un drástico cambio. Sus facciones volverían a endurecerse, y empezaría a apretar el bastón.
— Me vino con una excusa barata. ¿Te lo puedes creer? — su mirada se dirigía esta vez a Ayame, que era con la que más cómoda parecía estar contando su historia — Me dijo que tenía algo como "Diarreo". La cogí de la oreja y la obligue a irse conmigo. ¡Si se creía que íbamos a darnos la vuelta a estas alturas, iba lista¡
Juro estaba extrañado. ¿Tenía mal el oído? ¿Lo había entendido mal? Algo le pasaba a esa señora...
En cuanto Ayame sacó la cantimplora, la cosa se puso muy fea...
La señora, rápida como una centella, golpeó la zona cercana a Ayame con el bastón, mientras con la otra mano agarraba la cantimplora de las pobres manos de la muchacha.
— ¿Que hace? — pregunto Juro, con un tono de voz más duro, intentando imponerse, cosa que no funciono.
—¿¡Como que que hago¡? — el bastón centelleo otra vez, esta vez en la zona cercana a Juro, haciendole retroceder brevemente...— ¿Os creéis que no se lo que hacéis? Os hacéis los mayores por ser "shinobas" pero a mi no me engañáis. ¡Los menores no pueden beber alcohol¡
La anciana aun blandía el bastón furiosamente, totalmente encabezonada con la idea. La pregunta autoritaria de Juro quedó sofocada por sus gritos, y la mujer parecía aun más amenazante de lo que había estado antes. Quizá fuese por el bastón, que blandía cual látigo...
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60