20/10/2016, 18:52
—¡Ya voy yo! —exclamó a la petición de Noemi, apresurado. Poner tierra de por medio entre él y la rubia, aunque fuese lo último que hubiese querido hacer hacía tan solo unas horas, era lo que más le pedía el cuerpo en aquellos instantes. Quizá con el tiempo llegase a darse cuenta de que Emiko, en efecto, era la culpable de los asesinatos. Pero en aquellos momentos, la idea de que Noemi fuese una celosa compulsiva era demasiado impactante como para quitársela de la cabeza.
Alcanzó a Hiromi casi al instante, pues al anciano apenas le había dado tiempo a salir a la calle y dar un par de zancadas.
—Disculpe, señor Hiromi. No querrá que dejemos a Emiko tirada en la cocina de su casa, ¿verdad?
Hiromi se dio la vuelta como una centella.
—¿Cómo dice?
—Digo que…
—Bueno, ¡pero ya está bien! —Datsue retrocedió un paso ante la explosión de Hiromi, que de pronto se había puesto rojo—. ¡Solo soy el sacerdote del pueblo! ¡Mi deber es enterrar a los difuntos y dar consejos a los vivos, no tomar este tipo de decisiones! —El Uchiha retrocedió otro paso por si acaso—. Ya avisé yo que este pueblo necesitaba un alguacil. ¡Mandé muchas cartas al Daimyo! Pero cuando uno no hace las cosas correctas… suceden estas cosas.
Datsue alzó una ceja. Solo eres el sacerdote del pueblo, pero te tomas la libertad de sentenciar a una mujer a muerte… Por Izanami, aclárate, viejo.
—Sí, por supuesto. Tiene usted toda la razón del mundo —dijo, adulador—. Entiendo yo que lo correcto sería llevar a la víc… digo… culpable, a algún calabozo o…
—¿Calabozo? ¡¿Calabozo?! —los ojos de Hiromi estaban rojos de cólera—. ¿¡Pero usted se cree que estamos en Notsuba!? Le acabo de decir que ni alguacil tenemos…
—Bueno, pero entonces…
Hiromi le cortó con un ademán. Extrajo un manojo de llaves del bolsillo y le lanzó una de ellas, grande y oxidada.
—Llevadla a mi casa y dejad la llave bajo la alfombra una vez cerrada —dio media vuelta—. ¡Y dejadme en paz con el tema!
Datsue volvió segundos después, con la llave colgando en el dedo índice.
—Bueeeno. Por si no habéis oído los gritos del bueno del sacerdote esquizofrénico, os lo resumo: llevar a Emiko a su casa y dejar la llave escondida bajo la alfombra —miró a Noemi, luego a Karamaru—. Supongo que tú eres el más adecuado para esa tarea —dijo, entregándole la llave al calvo—. Al fin y al cabo, pareces el más fuerte de los tres.
»Lo que sí, viendo que el crimen está resuelto —Datsue no pudo evitar mirar a Noemi de reojo en ese instante—, voy a ir partiendo ya. Todavía me queda un largo camino a Shinogi-to, y a este paso no voy a llegar nunca.
Alcanzó a Hiromi casi al instante, pues al anciano apenas le había dado tiempo a salir a la calle y dar un par de zancadas.
—Disculpe, señor Hiromi. No querrá que dejemos a Emiko tirada en la cocina de su casa, ¿verdad?
Hiromi se dio la vuelta como una centella.
—¿Cómo dice?
—Digo que…
—Bueno, ¡pero ya está bien! —Datsue retrocedió un paso ante la explosión de Hiromi, que de pronto se había puesto rojo—. ¡Solo soy el sacerdote del pueblo! ¡Mi deber es enterrar a los difuntos y dar consejos a los vivos, no tomar este tipo de decisiones! —El Uchiha retrocedió otro paso por si acaso—. Ya avisé yo que este pueblo necesitaba un alguacil. ¡Mandé muchas cartas al Daimyo! Pero cuando uno no hace las cosas correctas… suceden estas cosas.
Datsue alzó una ceja. Solo eres el sacerdote del pueblo, pero te tomas la libertad de sentenciar a una mujer a muerte… Por Izanami, aclárate, viejo.
—Sí, por supuesto. Tiene usted toda la razón del mundo —dijo, adulador—. Entiendo yo que lo correcto sería llevar a la víc… digo… culpable, a algún calabozo o…
—¿Calabozo? ¡¿Calabozo?! —los ojos de Hiromi estaban rojos de cólera—. ¿¡Pero usted se cree que estamos en Notsuba!? Le acabo de decir que ni alguacil tenemos…
—Bueno, pero entonces…
Hiromi le cortó con un ademán. Extrajo un manojo de llaves del bolsillo y le lanzó una de ellas, grande y oxidada.
—Llevadla a mi casa y dejad la llave bajo la alfombra una vez cerrada —dio media vuelta—. ¡Y dejadme en paz con el tema!
Datsue volvió segundos después, con la llave colgando en el dedo índice.
—Bueeeno. Por si no habéis oído los gritos del bueno del sacerdote esquizofrénico, os lo resumo: llevar a Emiko a su casa y dejar la llave escondida bajo la alfombra —miró a Noemi, luego a Karamaru—. Supongo que tú eres el más adecuado para esa tarea —dijo, entregándole la llave al calvo—. Al fin y al cabo, pareces el más fuerte de los tres.
»Lo que sí, viendo que el crimen está resuelto —Datsue no pudo evitar mirar a Noemi de reojo en ese instante—, voy a ir partiendo ya. Todavía me queda un largo camino a Shinogi-to, y a este paso no voy a llegar nunca.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado