28/05/2015, 16:43
Se podía ver en el rostro de Masatsu la personificación del escepticismo en su estado más puro. Parecía que en vez de escalar sobre una montaña, lo estuviera haciendo sobre algo repugnante. No me quitó razón ante mi comentario jocoso sobre su problema de velocidad, estaba claro que tenía pinta de no mover el trasero muy a a menudo, pues era ancho de constitución en el sentido más literal de la frase. Además me pidió que no le llamara por su nombre completo, bastaba solo su nombre, y ya que estábamos acortando nombres quise ir un poco más allá.
-Entonces te llamare Masa. Y le dije seguidamente, antes de que pudiera contestar. -A mi me puedes llamar Yoshi.
Después como era obvio, Masa tenía que tener la última palabra con respecto a nuestro tema principal, que parecía que habíamos terminado atrapados en él sin posibilidad de zanjarlo. Tuvo la ocurrencia de decir que las explosiones no se podían controlar y que daba igual la habilidad que tuviese, que algún día cometería un error. -Se nota que hablas desde el desconocimiento, yo puedo controlar las explosiones como me venga en gana. Te sorprendería. Aseguré con firmeza.
La pequeña incursión a la montaña había sido un poco decepcionante, no había nada realmente que ver por lo que comencé a bajar la montaña y me dirigí a aquella cosa que me había llamado la atención que brillaba entre los escombros. Quizás fuera un tesoro abandonado, o simplemente escombros.
-Ven sígueme, que he visto algo allí abajo que me ha llamado la atención.
Llegué hasta la zona en cuestión, se trataba de un pequeño agujero en el suelo arrasado. "Que interesante..." Parecía que había algo abajo, como una especie de subsuelo. -Ostias creo que aquí hay algo interesante. Échate un poco para atrás. Abrí mi portaobjetos y tomé un poco de arcilla de una de mis bocas que estaban situadas en las palmas de mis manos. Esta agarró un puñado de arcilla que engulló y comenzó a mascar emitiendo un sonido grotesco. A cabo de un rato, alcé mi mano hacía arriba y la extraña boca regurgitó una pequeña criatura blanquecina que parecía pertenecer a otro mundo, con un abdomen pronunciado, como emulando una bomba.
-Vamos allá. Liberé a aquel ser que manó una nube de humo blanco y creció tomando vida. Se dirigió velozmente hacía aquel agujero y se introdujo en él. Seguidamente realicé con una mano el sello de la serpiente y dije con firmeza.
-!Katsu!.
De repente del interior del agujero, sucedió una explosión violenta que desató un estruendo acompañado de una gran polvareda. "Vamos a ver si hay suerte" Cuando el humo se posó, pudimos observar claramente como aquel agujero se hizo lo suficientemente grande como para poder entrar al interior de lo que fuera eso. Me acerqué hasta el boquete que tendría casi dos metros de diámetro y pude apreciar gracias a luz que entraba del exterior, como se trataba de un especie de sótano de piedra que había conseguido salvarse a la destrucción.
-Por todos los Dios habidos y por haber, creo que hemos encontrado algo interesante.
-Entonces te llamare Masa. Y le dije seguidamente, antes de que pudiera contestar. -A mi me puedes llamar Yoshi.
Después como era obvio, Masa tenía que tener la última palabra con respecto a nuestro tema principal, que parecía que habíamos terminado atrapados en él sin posibilidad de zanjarlo. Tuvo la ocurrencia de decir que las explosiones no se podían controlar y que daba igual la habilidad que tuviese, que algún día cometería un error. -Se nota que hablas desde el desconocimiento, yo puedo controlar las explosiones como me venga en gana. Te sorprendería. Aseguré con firmeza.
La pequeña incursión a la montaña había sido un poco decepcionante, no había nada realmente que ver por lo que comencé a bajar la montaña y me dirigí a aquella cosa que me había llamado la atención que brillaba entre los escombros. Quizás fuera un tesoro abandonado, o simplemente escombros.
-Ven sígueme, que he visto algo allí abajo que me ha llamado la atención.
Llegué hasta la zona en cuestión, se trataba de un pequeño agujero en el suelo arrasado. "Que interesante..." Parecía que había algo abajo, como una especie de subsuelo. -Ostias creo que aquí hay algo interesante. Échate un poco para atrás. Abrí mi portaobjetos y tomé un poco de arcilla de una de mis bocas que estaban situadas en las palmas de mis manos. Esta agarró un puñado de arcilla que engulló y comenzó a mascar emitiendo un sonido grotesco. A cabo de un rato, alcé mi mano hacía arriba y la extraña boca regurgitó una pequeña criatura blanquecina que parecía pertenecer a otro mundo, con un abdomen pronunciado, como emulando una bomba.
-Vamos allá. Liberé a aquel ser que manó una nube de humo blanco y creció tomando vida. Se dirigió velozmente hacía aquel agujero y se introdujo en él. Seguidamente realicé con una mano el sello de la serpiente y dije con firmeza.
-!Katsu!.
De repente del interior del agujero, sucedió una explosión violenta que desató un estruendo acompañado de una gran polvareda. "Vamos a ver si hay suerte" Cuando el humo se posó, pudimos observar claramente como aquel agujero se hizo lo suficientemente grande como para poder entrar al interior de lo que fuera eso. Me acerqué hasta el boquete que tendría casi dos metros de diámetro y pude apreciar gracias a luz que entraba del exterior, como se trataba de un especie de sótano de piedra que había conseguido salvarse a la destrucción.
-Por todos los Dios habidos y por haber, creo que hemos encontrado algo interesante.