26/10/2016, 21:26
Uf... uf.. uf... si que quedaba lejos la casa.
Finalmente el calvo había llegado a la futura prisión de Emiko tras una larga corrida por el pueblo. Parecía sentir que después de la siesta todo su cuerpo despertaba en vitalidad y energía. Si fuese por él ahora mismo estaría entrenando a pleno entre la niebla de las playas de Amenokami, pero por desgracia para él estaba lejos de casa.
Dejó el cuerpo sentado en el sillón de la sala del viejo y la ató con una cuerda que había por ahí. Un nudo floojo pero que con un poco de suerte retendría a la prisionera en el lugar por un tiempo. Por lo menos hasta que sacerdote regresase. Y de la misma manera que llegaba se iba, corriendo.
Al trote rápido alcanzó el momento en que vio la casa a lo lejos, la casa de la prisionera, y en su puerta el morocho ojos negros que lo esperaba para partir. Por el camino, allá aún más lejos se veía a la melena rubia partir cabizbaja hacia el horizonte en sentido contrario.
Uno se siente espléndido tras dejar el trabajo bien hecho, ¿verdad?
«Claramente, si señor» pensó el calvo mientras asentía con la cabeza recuperando un poco el aire.
Aunque, entre tú y yo, no entendí una mierda de lo que pasó ahí dentro. Pero bueno, si las cosas acabaron bien, no seré yo quien me queje.
¿No es así, Karamaru?
Por supuesto, y si quieres que te diga una cosa....- Karamaru se acercó y casi le susurró- Yo tampoco entendí nada de nada, pero esta todo resuelto.- El calvo no pudo evitar reír.
¿Partimos?- hizo un ademán con la mano para que lo siguiese y empezó a caminar lentamente en dirección a la lejana Shinogi-To.
«Esas frases de Uzureños...» y sonrió.
Finalmente el calvo había llegado a la futura prisión de Emiko tras una larga corrida por el pueblo. Parecía sentir que después de la siesta todo su cuerpo despertaba en vitalidad y energía. Si fuese por él ahora mismo estaría entrenando a pleno entre la niebla de las playas de Amenokami, pero por desgracia para él estaba lejos de casa.
Dejó el cuerpo sentado en el sillón de la sala del viejo y la ató con una cuerda que había por ahí. Un nudo floojo pero que con un poco de suerte retendría a la prisionera en el lugar por un tiempo. Por lo menos hasta que sacerdote regresase. Y de la misma manera que llegaba se iba, corriendo.
Al trote rápido alcanzó el momento en que vio la casa a lo lejos, la casa de la prisionera, y en su puerta el morocho ojos negros que lo esperaba para partir. Por el camino, allá aún más lejos se veía a la melena rubia partir cabizbaja hacia el horizonte en sentido contrario.
Uno se siente espléndido tras dejar el trabajo bien hecho, ¿verdad?
«Claramente, si señor» pensó el calvo mientras asentía con la cabeza recuperando un poco el aire.
Aunque, entre tú y yo, no entendí una mierda de lo que pasó ahí dentro. Pero bueno, si las cosas acabaron bien, no seré yo quien me queje.
¿No es así, Karamaru?
Por supuesto, y si quieres que te diga una cosa....- Karamaru se acercó y casi le susurró- Yo tampoco entendí nada de nada, pero esta todo resuelto.- El calvo no pudo evitar reír.
¿Partimos?- hizo un ademán con la mano para que lo siguiese y empezó a caminar lentamente en dirección a la lejana Shinogi-To.
«Esas frases de Uzureños...» y sonrió.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘