26/10/2016, 23:52
—Yo soy Mizumi Eri, y mi acompañante es Daichi Ryu —respondió Eri, presentándose a ella misma y a su acompañante.
«Eri. Era Eri.» Reparó Ayame, como una sonrisa nerviosa. Ryu parecía bastante simpático. O al menos aquella había sido la primera impresión que le había dado. Eri seguía igual de tímida que las otras veces en las que se había encontrado con ella.
Después de apostillar por la posible relación familiar y de recibir el capón de Kōri, Eri pareció sorprenderse sobremanera por la pregunta, mientras que Ryu seguía igual de sonriente.
—¡No pasa nada! Ahora somos algo así como amigos, ¿no? —dijo, moviendo las manos para restarle importancia—. Y no, pequeña Ayame, no somos hermanos, ¡yo soy su protector!
—¿Protector? —preguntó Ayame, encandilada.
Eri pellizó el brazo de Ryu, enfurruñada, y él le devolvió una mirada desafiante. Al final, la kunoichi apoyó la cara sobre su mano izquierda.
—La historia es muy larga... —murmuró, intentando dar por zanjada la conversación.
Pero hacía falta mucho más para saciar la curiosidad de Ayame, que los contemplaba con ojos brillantes. Kōri lo sabía, conocía bien a su hermana pequeña, y por eso intervino antes de que pudiera abrir siquiera la boca.
—Ayame, deberíamos reservar una habitación antes de que se acaben —ella no parecía escucharle, por lo que tuvo que darle un pequeño empujón. Metafóricamente hablando—. A no ser que te quieras pasar toda la noche deambulando por las calles de Tanzaku Gai.
—¡No! —exclamó, horrorizada—. ¡Cualquier cosa menos eso! ¿Vosotros también os vais a alojar aquí? —añadió, mirando a Eri y Ryu.
«Eri. Era Eri.» Reparó Ayame, como una sonrisa nerviosa. Ryu parecía bastante simpático. O al menos aquella había sido la primera impresión que le había dado. Eri seguía igual de tímida que las otras veces en las que se había encontrado con ella.
Después de apostillar por la posible relación familiar y de recibir el capón de Kōri, Eri pareció sorprenderse sobremanera por la pregunta, mientras que Ryu seguía igual de sonriente.
—¡No pasa nada! Ahora somos algo así como amigos, ¿no? —dijo, moviendo las manos para restarle importancia—. Y no, pequeña Ayame, no somos hermanos, ¡yo soy su protector!
—¿Protector? —preguntó Ayame, encandilada.
Eri pellizó el brazo de Ryu, enfurruñada, y él le devolvió una mirada desafiante. Al final, la kunoichi apoyó la cara sobre su mano izquierda.
—La historia es muy larga... —murmuró, intentando dar por zanjada la conversación.
Pero hacía falta mucho más para saciar la curiosidad de Ayame, que los contemplaba con ojos brillantes. Kōri lo sabía, conocía bien a su hermana pequeña, y por eso intervino antes de que pudiera abrir siquiera la boca.
—Ayame, deberíamos reservar una habitación antes de que se acaben —ella no parecía escucharle, por lo que tuvo que darle un pequeño empujón. Metafóricamente hablando—. A no ser que te quieras pasar toda la noche deambulando por las calles de Tanzaku Gai.
—¡No! —exclamó, horrorizada—. ¡Cualquier cosa menos eso! ¿Vosotros también os vais a alojar aquí? —añadió, mirando a Eri y Ryu.