29/05/2015, 01:02
Tan pronto como el examinador dio las instrucciones, ambos muchachos se dirigieron a la zona de combate en el que se jugarían el merecer aquella bandana con la espiral grabada en ella o no. El orgullo quedaba en un segundo plano, aquel día en aquel lugar estaba en juego mucho más; el legado de Uchiha Seiyo estaba en juego y sus dos pimpollos estaban a punto de demostrar su más absoluta valía, todo por lo que habían entrenado durante tanto tiempo tendría aquel día su recompensa o su derrota.
Parecía pues que no había ninguna duda por parte de los dos chicos. Así pues, su progenitor se dirigió al palco donde desde un buen primer momento lo observaba todo, el examinador analizaba con detenimiento los pasos de los dos aspirantes y, aunque estab totalmente cocnentrado en lo que hacia Kota, por la puerta entró la madre de las criaturas que, pronto acabaría subiendo aquella escalinata con una amplia sonrisa, le dedicaba un beso a su esposo y se sentaba a su vera, observando a sus dos mocosos en aquel día tan importante.
La suerte estaba echada. Había llegado el momento de los dos pequeños Uchihas de Uzushiogakure.
*¿Lo conseguiremos? Ni te atrevas a dejarme solo en esto*
No, definitivamente noe stab dispuesto a convertirme en gennin si él no lo conseguía. Tal era nuestra unión que estaba convencido de que el peliblanco sentía lo mismo; los dos éramos uno, y sin una de las dos partes estábamos incompletos. De buen seguro que todos los presentes tenían claro aquel aspecto, lo cual convertía la contienda en algo frenético.
-¡Qué empiece el combate!-
Mis ojos cambiaron de color en cuanto percibí aquellas palabras. Como si las capilares de mis ojos hubiesen reventado, los dos orbes se tiñeron de rojo como la sangre y dibujaron un aspa al rededor de ellos. Los ojos de guerra habían sido llamados para aquella batalla tan importante.
Segundos después, salí disparado hacia el Uchiha de pelo blanco dispuesto a propinar el primer golpe.
Parecía pues que no había ninguna duda por parte de los dos chicos. Así pues, su progenitor se dirigió al palco donde desde un buen primer momento lo observaba todo, el examinador analizaba con detenimiento los pasos de los dos aspirantes y, aunque estab totalmente cocnentrado en lo que hacia Kota, por la puerta entró la madre de las criaturas que, pronto acabaría subiendo aquella escalinata con una amplia sonrisa, le dedicaba un beso a su esposo y se sentaba a su vera, observando a sus dos mocosos en aquel día tan importante.
La suerte estaba echada. Había llegado el momento de los dos pequeños Uchihas de Uzushiogakure.
*¿Lo conseguiremos? Ni te atrevas a dejarme solo en esto*
No, definitivamente noe stab dispuesto a convertirme en gennin si él no lo conseguía. Tal era nuestra unión que estaba convencido de que el peliblanco sentía lo mismo; los dos éramos uno, y sin una de las dos partes estábamos incompletos. De buen seguro que todos los presentes tenían claro aquel aspecto, lo cual convertía la contienda en algo frenético.
-¡Qué empiece el combate!-
Mis ojos cambiaron de color en cuanto percibí aquellas palabras. Como si las capilares de mis ojos hubiesen reventado, los dos orbes se tiñeron de rojo como la sangre y dibujaron un aspa al rededor de ellos. Los ojos de guerra habían sido llamados para aquella batalla tan importante.
Segundos después, salí disparado hacia el Uchiha de pelo blanco dispuesto a propinar el primer golpe.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa