28/10/2016, 21:42
(Última modificación: 28/10/2016, 21:43 por Uchiha Akame.)
El primero de sus compañeros no se hizo esperar. Un chico alto y delgado, demasiado pálido para vivir en el País del Río y envuelto en una túnica de viaje bajo la que se intuían ropajes ciertamente elegantes. Se acercó al Uchiha y le saludó tranquilamente.
—No y sí —respondió Akame, sonriendo con su característica expresión afable mientras le tendía una mano a su compañero de misión—. Imagino que tu eres Zaibatsu Yoshimitsu-kun, ¿me equivoco?
Lo cierto era que aquel chico que parecía mayor de lo que quizás era —probablemente debido a su altura— no era del todo desconocido para el joven Uchiha de Inaka. Nada más recibir el pergamino, había llevado a cabo una breve pero útil investigación sobre aquel desconocido que habían asignado para ser su compañero. «¡Y menuda historia! Este muchacho parece ser la persona más afortunada de la Aldea Oculta de la Cascada, si se hace caso a lo que hablan de él». El Talismán de Takigakure, ese era su apodo. Y Akame estaba ansioso por descubrir cuánto de cierto tenía.
Datsue no se hizo esperar. Les saludó con su característica cordialidad e ingenio, y el Uchiha de Inaka no pudo evitar soltar una carcajada ante el comentario de su pariente lejano.
—Yo también me alegro de verte, Datsue-kun —respondió, estrechándole la mano—. Parece que esta vez sí que tenemos una misión entre manos.
Akame todavía recordaba cada pelo de cada gatito que había tenido que rescatar, cada hoja de cada árbol que había tenido que podar y —una vez que se encontró a la señora Sekuoya de más mala leche que de costumbre— cada centímetro de retrete que había tenido que limpiar. Pero no, aquello definitivamente era una misión de Rango C. «"Rango C"... Suena genial».
—¿Nos ponemos en marcha, muchachos? —interpeló a sus compañeros.
Para llegar hasta las tierras del señor Yamabushi iban a tener que tomar el ferrocarril, cruzar el País del Río y el del Fuego, e internarse en sus bosques. Les tomaría casi todo el día, pero Akame confiaba en que podrían llegar antes del ocaso sin demasiados problemas, dado que habían quedado para partir a una hora muy temprana.
—No y sí —respondió Akame, sonriendo con su característica expresión afable mientras le tendía una mano a su compañero de misión—. Imagino que tu eres Zaibatsu Yoshimitsu-kun, ¿me equivoco?
Lo cierto era que aquel chico que parecía mayor de lo que quizás era —probablemente debido a su altura— no era del todo desconocido para el joven Uchiha de Inaka. Nada más recibir el pergamino, había llevado a cabo una breve pero útil investigación sobre aquel desconocido que habían asignado para ser su compañero. «¡Y menuda historia! Este muchacho parece ser la persona más afortunada de la Aldea Oculta de la Cascada, si se hace caso a lo que hablan de él». El Talismán de Takigakure, ese era su apodo. Y Akame estaba ansioso por descubrir cuánto de cierto tenía.
Datsue no se hizo esperar. Les saludó con su característica cordialidad e ingenio, y el Uchiha de Inaka no pudo evitar soltar una carcajada ante el comentario de su pariente lejano.
—Yo también me alegro de verte, Datsue-kun —respondió, estrechándole la mano—. Parece que esta vez sí que tenemos una misión entre manos.
Akame todavía recordaba cada pelo de cada gatito que había tenido que rescatar, cada hoja de cada árbol que había tenido que podar y —una vez que se encontró a la señora Sekuoya de más mala leche que de costumbre— cada centímetro de retrete que había tenido que limpiar. Pero no, aquello definitivamente era una misión de Rango C. «"Rango C"... Suena genial».
—¿Nos ponemos en marcha, muchachos? —interpeló a sus compañeros.
Para llegar hasta las tierras del señor Yamabushi iban a tener que tomar el ferrocarril, cruzar el País del Río y el del Fuego, e internarse en sus bosques. Les tomaría casi todo el día, pero Akame confiaba en que podrían llegar antes del ocaso sin demasiados problemas, dado que habían quedado para partir a una hora muy temprana.