30/10/2016, 03:35
¡Madre mía!
Disfrutaba de la comodidad de mi creación de tinta, más aún por poder compartirlo con Eri, que estaba por lo que podía ver de su rostro, completamente fascinada por aquel insólito paseo. Yo me sentía muy feliz de haber podido conocer al alguien tan especial, pero me apenaba mucho que fuera del país de la Espiral. Jamás había conectado con alguien de aquella manera, y de pensarlo me ponía furioso por no haber sido con una kunoichi de otro país.
¿Será eso la mala suerte? Si no lo es, se debe parecer mucho a esto...
Nos habíamos conocido hoy, pero hablamos y habíamos congeniado muy bien. Además si sumábamos que era una kunoichi muy bonita, encantadora y dulce...pues eso, sería muy sencillo cometer estupideces por ella. Quizás formara parte de su entrenamiento, encandilar a los chicos empleando sus encantos para obtener lo que quisiera.
Pues conmigo lo habría conseguido todo
Por eso caí en la cuenta que tenía que tomarme esto como un entrenamiento, y resistir la tentación a toda costa. Además, era imposible que pudiera surgir nada entre nosotros. Yo pertenecía a Takigakure y ella a Uzushigakure. Aunque soñar era bonito....
¡Pero no debes!
Por eso mismo decidí tomar rumbo dirección al Valle del Fin, allí podría despedirme de Eri y marchar para el País de los Ríos. En mi estado emocional pensé que sería lo mejor, muy a mi pesar. Pero no pude evitar preguntarle si tenía en mente ir a algún lugar. Digo yo que cuando me topé con ella a algún lugar estaría yendo ¿No?
— Ahora mismo ni me acuerdo a dónde me dirigía...Así que puedes llevarme donde quieras, ya que eres quien lleva las riendas. —
¿De veras olvidó a donde se dirigía? ¡Madre! quizás esté coladita por mí...¡No! ¡Ninguna chica se podría interesar por mí!
-Ahhh... Respondí confundido. -Bueno, pues al Valle del Fin.
Como todo en la vida, lo bueno siempre se acaba...
Al cabo de una par de horas, ya se veían las imponentes estatuas que indicaban que ya estábamos llegando a nuestro destino, y en cuestión de minutos el gran león de tinta se detuvo grácil al pie del lago del Valle del Fin. El animal a pesar de haber estado horas en constante carrera no se inmutó, como si hubiera sido capaz de dar la vuelta al mundo sin desfallecer. Era una animal de compuesto de tinta y chakra, pero no dejaba de ser algo sorprendente.
Yo por mi parte baje del animal tan pronto se detuvo, y me puse en frente de Eri con cara sonriente. -¿Te a gustado eh? Te llevaría conmigo a Takigakure, pero eso sería demasiado...¿Verdad? Dije como era habitual en mí, con mi molesto rostro neutro que muy difícilmente se podría adivinar si hablaba en serio o no.
Saqué mi makimono de que se encontraba en el interior de mi túnica y esperé a que Eri se apeara del león para ordenar seguidamente a mi creación que volviera de de donde vino, de su interior.
Disfrutaba de la comodidad de mi creación de tinta, más aún por poder compartirlo con Eri, que estaba por lo que podía ver de su rostro, completamente fascinada por aquel insólito paseo. Yo me sentía muy feliz de haber podido conocer al alguien tan especial, pero me apenaba mucho que fuera del país de la Espiral. Jamás había conectado con alguien de aquella manera, y de pensarlo me ponía furioso por no haber sido con una kunoichi de otro país.
¿Será eso la mala suerte? Si no lo es, se debe parecer mucho a esto...
Nos habíamos conocido hoy, pero hablamos y habíamos congeniado muy bien. Además si sumábamos que era una kunoichi muy bonita, encantadora y dulce...pues eso, sería muy sencillo cometer estupideces por ella. Quizás formara parte de su entrenamiento, encandilar a los chicos empleando sus encantos para obtener lo que quisiera.
Pues conmigo lo habría conseguido todo
Por eso caí en la cuenta que tenía que tomarme esto como un entrenamiento, y resistir la tentación a toda costa. Además, era imposible que pudiera surgir nada entre nosotros. Yo pertenecía a Takigakure y ella a Uzushigakure. Aunque soñar era bonito....
¡Pero no debes!
Por eso mismo decidí tomar rumbo dirección al Valle del Fin, allí podría despedirme de Eri y marchar para el País de los Ríos. En mi estado emocional pensé que sería lo mejor, muy a mi pesar. Pero no pude evitar preguntarle si tenía en mente ir a algún lugar. Digo yo que cuando me topé con ella a algún lugar estaría yendo ¿No?
— Ahora mismo ni me acuerdo a dónde me dirigía...Así que puedes llevarme donde quieras, ya que eres quien lleva las riendas. —
¿De veras olvidó a donde se dirigía? ¡Madre! quizás esté coladita por mí...¡No! ¡Ninguna chica se podría interesar por mí!
-Ahhh... Respondí confundido. -Bueno, pues al Valle del Fin.
Como todo en la vida, lo bueno siempre se acaba...
Al cabo de una par de horas, ya se veían las imponentes estatuas que indicaban que ya estábamos llegando a nuestro destino, y en cuestión de minutos el gran león de tinta se detuvo grácil al pie del lago del Valle del Fin. El animal a pesar de haber estado horas en constante carrera no se inmutó, como si hubiera sido capaz de dar la vuelta al mundo sin desfallecer. Era una animal de compuesto de tinta y chakra, pero no dejaba de ser algo sorprendente.
Yo por mi parte baje del animal tan pronto se detuvo, y me puse en frente de Eri con cara sonriente. -¿Te a gustado eh? Te llevaría conmigo a Takigakure, pero eso sería demasiado...¿Verdad? Dije como era habitual en mí, con mi molesto rostro neutro que muy difícilmente se podría adivinar si hablaba en serio o no.
Saqué mi makimono de que se encontraba en el interior de mi túnica y esperé a que Eri se apeara del león para ordenar seguidamente a mi creación que volviera de de donde vino, de su interior.