2/11/2016, 17:22
Como tuvieron que adentrarse en la Ribera del Sur para tomar el tren, Datsue no tuvo más remedio que avisar a Uchiha y pintor sobre el peligro que representaba aquella pequeña y taimada localidad. Les explicó que allí vivían los hombres y mujeres de peor calaña de la faz de Oonindo, y que sus lenguas, afiladas, eran más venenosas que la más mortífera serpiente. Les dio consejos sobre cómo reconocer a los lugareños, cómo combatirlos y cómo evitar caer en sus engaños. También hizo especial hincapié en el peligro que representaban para la Villa, siempre maquinando tras las sombras, conspirando contra el Kage y la paz y estabilidad del pueblo.
En definitiva, trató de concienciarles sobre lo cancerígeno y tóxico que era la Ribera del Sur, y les prometió que, si algún día llegaba a Kage, su primera orden sería exterminarlos del mapa.
Luego, tras tomar el tren, y a medida que las vistas a través de la ventana iban perdiendo en color y las lluvias del País de la Tormenta empañaban el cristal, los shinobis llegaron al acuerdo de ir a tomar algo caliente al vagón restaurante. La conversación dejó de ser monopolizada por Datsue, cobrando un tono más desenfadado y ameno. El Uchiha, no obstante, pudo sacar a relucir su amplio repertorio de chistes sobre Uzureños, e incluso se atrevió a relatarles un viejo poema, titulado el Himno de Uzushiogakure.
El viaje, pues, continuó entre bromas picantes sazonadas con algo de humor negro que haría llevarse las manos a la cabeza a más de uno que llevase por bandera lo políticamente correcto —y alguno que otro no tan correcto también—, dejando atrás la eterna lluvia de la Tormenta para adentrarse en el amparo proporcionado por los grandes árboles de los bosques del país del Fuego.
Datsue, tras la última parada del tren antes de llegar a su destino, pidió a ambos que le avisasen al llegar y regresó al vagón para desparramarse sobre el asiento y tratar de echarse una siesta, poniéndose un sencillo gorro de lana blanco sobre la cabeza de tal modo que le cubriese también los ojos.
Pese a lo incómodo del asiento, no tardó mucho en dejar que su mente flotase a medio camino entre la conciencia y lo onírico…
…hasta que una mano le sacudió el hombro.
En definitiva, trató de concienciarles sobre lo cancerígeno y tóxico que era la Ribera del Sur, y les prometió que, si algún día llegaba a Kage, su primera orden sería exterminarlos del mapa.
Luego, tras tomar el tren, y a medida que las vistas a través de la ventana iban perdiendo en color y las lluvias del País de la Tormenta empañaban el cristal, los shinobis llegaron al acuerdo de ir a tomar algo caliente al vagón restaurante. La conversación dejó de ser monopolizada por Datsue, cobrando un tono más desenfadado y ameno. El Uchiha, no obstante, pudo sacar a relucir su amplio repertorio de chistes sobre Uzureños, e incluso se atrevió a relatarles un viejo poema, titulado el Himno de Uzushiogakure.
El viaje, pues, continuó entre bromas picantes sazonadas con algo de humor negro que haría llevarse las manos a la cabeza a más de uno que llevase por bandera lo políticamente correcto —y alguno que otro no tan correcto también—, dejando atrás la eterna lluvia de la Tormenta para adentrarse en el amparo proporcionado por los grandes árboles de los bosques del país del Fuego.
Datsue, tras la última parada del tren antes de llegar a su destino, pidió a ambos que le avisasen al llegar y regresó al vagón para desparramarse sobre el asiento y tratar de echarse una siesta, poniéndose un sencillo gorro de lana blanco sobre la cabeza de tal modo que le cubriese también los ojos.
Pese a lo incómodo del asiento, no tardó mucho en dejar que su mente flotase a medio camino entre la conciencia y lo onírico…
…hasta que una mano le sacudió el hombro.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado