5/11/2016, 14:07
Mogura no dudó un solo segundo en corresponder al abrazo de la Sarutobi. Con el mismo entusiasmo o al menos cercano al de la chica, ambos comenzaron a girar en un potente tornado azabache y blanco. Pero por suerte o desgracia, esos fenómenos naturales de viento siempre terminan disipándose; ellos no tuvieron tanta suerte, terminaron en el suelo y llenos de agua. Pero ésto no hizo mas que provocarles una carcajada, les dio completamente igual el caerse así como el mojarse. Ambos se partieron de risa, sin saber verdaderamente el motivo —Felicidad— aunque realmente podía intuirse.
Una año entero sin verse, era algo realmente duro. ¿Cómo había pasado tanto tiempo ajena a todo y todos? Bueno, realmente no era difícil darle respuesta a tan sencilla pregunta. Había pasado todo el año dándole casi el 70% de su vida a armar su negocio, darle consistencia, buscar clientes, asociarse, hacerle competencia a su padrastro, y por supuesto entrenar. Las pocas horas restantes del día las tomaba única y exclusivamente para descansar. ¿Qué mínimo?
—Si... ha sido mucho tiempo.
Sin mediar mas palabras, el chico volvió a abrazarla. En su rostro se dibujaba la mas sincera de las sonrisas, mientras que de sus labios salía una frase que quizás resaltaba su añoranza. La escena comenzaba a verse algo dramática, y eso que había comenzado como una tira cómica de periódico.
—Ey, ey, ey! No te me pongas a llorar, ¿eh? —Inquirió la chica, para tras ello volver a reír.
La Sarutobi apretó aún un poco mas el abrazo, y tras ello despeinó al chico en un gesto amigable. Tampoco iban a quedarse toda la mañana así pegados como lapas. No sería ni ético ni profesional. —Oye... ¿cómo que estás aquí esperando? ¿Quién es la afortunada a la que regalarás unas flores?
Obviamente, no había pensado que su compañero estaba allí por la misma misión que ella. Tomó la decisión de sonsacar sobre la vida amorosa de su amigo, sin saber nada realmente de si su duda era cierta o no. En fin, también servía de excusa para separar un poco el abrazo. Aprovechó e incluso se puso en pie, y comenzó a sacudirse levemente las manos. Antes de sacudirse, le tendió la mano a Mogura, ayudandole a levantarse.
Una año entero sin verse, era algo realmente duro. ¿Cómo había pasado tanto tiempo ajena a todo y todos? Bueno, realmente no era difícil darle respuesta a tan sencilla pregunta. Había pasado todo el año dándole casi el 70% de su vida a armar su negocio, darle consistencia, buscar clientes, asociarse, hacerle competencia a su padrastro, y por supuesto entrenar. Las pocas horas restantes del día las tomaba única y exclusivamente para descansar. ¿Qué mínimo?
—Si... ha sido mucho tiempo.
Sin mediar mas palabras, el chico volvió a abrazarla. En su rostro se dibujaba la mas sincera de las sonrisas, mientras que de sus labios salía una frase que quizás resaltaba su añoranza. La escena comenzaba a verse algo dramática, y eso que había comenzado como una tira cómica de periódico.
—Ey, ey, ey! No te me pongas a llorar, ¿eh? —Inquirió la chica, para tras ello volver a reír.
La Sarutobi apretó aún un poco mas el abrazo, y tras ello despeinó al chico en un gesto amigable. Tampoco iban a quedarse toda la mañana así pegados como lapas. No sería ni ético ni profesional. —Oye... ¿cómo que estás aquí esperando? ¿Quién es la afortunada a la que regalarás unas flores?
Obviamente, no había pensado que su compañero estaba allí por la misma misión que ella. Tomó la decisión de sonsacar sobre la vida amorosa de su amigo, sin saber nada realmente de si su duda era cierta o no. En fin, también servía de excusa para separar un poco el abrazo. Aprovechó e incluso se puso en pie, y comenzó a sacudirse levemente las manos. Antes de sacudirse, le tendió la mano a Mogura, ayudandole a levantarse.