5/11/2016, 16:35
Parecía ser que la decisión de cambiar la rutina y dedicarse a cumplir con su deber como shinobi era justo lo que se necesitaba para poder volverse a cruzar con la kunoichi. Sin duda algunas no podría arrepentirse nunca de su decisión.
Cortando con el tono tan emotivo que parecía estar queriendo tomar la conversación, la kunoichi reclamó que no hubiese lagrimas por parte del joven médico acompañando sus palabras con una risa.
Para que eso pasara tendría que estar triste...
Respondió con una sonrisa en el rostro mientras agachaba ligeramente la cabeza a la vez que su cabello era despeinado por la Sarutobi. Quizás la muchacha se refería a lagrimas de felicidad pero en aquel puntual momento el chico de cabello azabache no tenía demasiada cabeza para pensar en detalles tan finos.
Tras escuchar la pregunta de su compañera y amiga no pudo evitar dejar escapar una pequeña risa, todo el tiempo que había pasado durante aquel largo año no lo había aprovechado para forjar nuevas relaciones así que no podía decirse que hubiese una persona en particular a la cual tuviese flores que darle.
No creo que haya llegado a mi vida esa afortunada a la cual regalarle flores jajaja... Estoy esperando que abra este local... vengo a realizar una misión.
Comentó ayudándose de la chica de orbes rojos para ponerse de pie y acomodarse un poco las ropas.
¿Qué hay de ti? ¿Vienes a buscar flores para alguien en particular o a lo mejor tienes en mente unos chocolates?
Devolvió la pregunta con una intención similar, señalando con un pequeño gesto de su cabeza la estratégicamente posicionada chocolateria al otro lado de la calle, si uno buscaba agasajar a esa personita especial sin duda alguna aquel rincón de Amegakure facilitaba la tarea un poco.
No pasaría mucho tiempo antes de que un par de carteles del interior de la florería se encendieran y la puerta sonara con un cerrojo seguido de una pequeña campana, seguramente la persona encargada de abrir la tienda ya estaría dentro desde antes y estaría haciendo tiempo dentro del local en vez mojarse fuera como el dúo protagonista.
Cortando con el tono tan emotivo que parecía estar queriendo tomar la conversación, la kunoichi reclamó que no hubiese lagrimas por parte del joven médico acompañando sus palabras con una risa.
Para que eso pasara tendría que estar triste...
Respondió con una sonrisa en el rostro mientras agachaba ligeramente la cabeza a la vez que su cabello era despeinado por la Sarutobi. Quizás la muchacha se refería a lagrimas de felicidad pero en aquel puntual momento el chico de cabello azabache no tenía demasiada cabeza para pensar en detalles tan finos.
Tras escuchar la pregunta de su compañera y amiga no pudo evitar dejar escapar una pequeña risa, todo el tiempo que había pasado durante aquel largo año no lo había aprovechado para forjar nuevas relaciones así que no podía decirse que hubiese una persona en particular a la cual tuviese flores que darle.
No creo que haya llegado a mi vida esa afortunada a la cual regalarle flores jajaja... Estoy esperando que abra este local... vengo a realizar una misión.
Comentó ayudándose de la chica de orbes rojos para ponerse de pie y acomodarse un poco las ropas.
¿Qué hay de ti? ¿Vienes a buscar flores para alguien en particular o a lo mejor tienes en mente unos chocolates?
Devolvió la pregunta con una intención similar, señalando con un pequeño gesto de su cabeza la estratégicamente posicionada chocolateria al otro lado de la calle, si uno buscaba agasajar a esa personita especial sin duda alguna aquel rincón de Amegakure facilitaba la tarea un poco.
No pasaría mucho tiempo antes de que un par de carteles del interior de la florería se encendieran y la puerta sonara con un cerrojo seguido de una pequeña campana, seguramente la persona encargada de abrir la tienda ya estaría dentro desde antes y estaría haciendo tiempo dentro del local en vez mojarse fuera como el dúo protagonista.