10/11/2016, 16:15
La kunoichi reafirmaría la suposición del joven médico, era el único carro que se encontraba en aquel lugar así que tomarían la decisión de llevárselo.
De acuerdo.
Contestó al comentario de su compañera y amiga. Ella sería la que buscaría tomar las riendas de aquel vehículo de madera, girándolo en dirección a la salida del trastero.
Eh. Déjame ayudarte con eso.
Dijo colocándose junto a ella y tomando una parte de la barra para tirar del carrito. Desde luego que no iba a dejarla hacer todo el trabajo, Mogura no era una persona que destacara precisamente por su fuerza pero tampoco sería necesario hacer un esfuerzo sobrehumano si ambos cooperaban.
Seguro que si, hagamos nuestro mejor esfuerzo.
En su rostro se mantuvo una ligera sonrisa al dejar escapar de sus labios aquellas palabras. Había pasado más de un año desde el día que habían tirado sobre la mesa la idea de trabajar juntos en una misión y la oportunidad llegó, con un poco de suerte sus personalidades seguirían siendo tan compatibles como cuando se conocieron, así lo deseaba el muchacho de cabello azabache al menos.
Si ambos se disponían a tirar del carrito, no tardarían mas de lo que hubiesen demorado en volver caminando con un poco de prisa a la entrada del local. Al girar por la esquina del negocio terminarían llegando justo a tiempo para poder tener una perfecta vista de como la encargada cargaba con un par de capsulas traslucidas y bastante curiosas que depositaría junto a otras más en el suelo.
Que... curiosa maceta...
Lo cierto era que la capsula era una suerte de caja que protegía la planta que se encontraba dentro, algunas simplemente contenían un bien preparado ramo de flores o cosas por el estilo, en total serían unas 8 capsulas.
¡Encontraron el carro, genial! Espero puedan llevarlas todas, se ahorrarían tiempo si no tiene que regresar a cargar el carro en dos partes.
Comentó la amable mujer la cual se encontraba fresca como una rosa, incluso después de haber realizado aquel ejercicio. Una anciana y quien parecería ser su nieta pasarían a su lado y entrarían en la florería, la encargada no perdería la oportunidad de realizar una reverencia y darles la bienvenida con un gesto de su mano.
Voy a comenzar a atender a los clientes, si necesitan algo estaré dentro. ¡Ánimo!
De acuerdo.
Contestó al comentario de su compañera y amiga. Ella sería la que buscaría tomar las riendas de aquel vehículo de madera, girándolo en dirección a la salida del trastero.
Eh. Déjame ayudarte con eso.
Dijo colocándose junto a ella y tomando una parte de la barra para tirar del carrito. Desde luego que no iba a dejarla hacer todo el trabajo, Mogura no era una persona que destacara precisamente por su fuerza pero tampoco sería necesario hacer un esfuerzo sobrehumano si ambos cooperaban.
Seguro que si, hagamos nuestro mejor esfuerzo.
En su rostro se mantuvo una ligera sonrisa al dejar escapar de sus labios aquellas palabras. Había pasado más de un año desde el día que habían tirado sobre la mesa la idea de trabajar juntos en una misión y la oportunidad llegó, con un poco de suerte sus personalidades seguirían siendo tan compatibles como cuando se conocieron, así lo deseaba el muchacho de cabello azabache al menos.
Si ambos se disponían a tirar del carrito, no tardarían mas de lo que hubiesen demorado en volver caminando con un poco de prisa a la entrada del local. Al girar por la esquina del negocio terminarían llegando justo a tiempo para poder tener una perfecta vista de como la encargada cargaba con un par de capsulas traslucidas y bastante curiosas que depositaría junto a otras más en el suelo.
Que... curiosa maceta...
Lo cierto era que la capsula era una suerte de caja que protegía la planta que se encontraba dentro, algunas simplemente contenían un bien preparado ramo de flores o cosas por el estilo, en total serían unas 8 capsulas.
¡Encontraron el carro, genial! Espero puedan llevarlas todas, se ahorrarían tiempo si no tiene que regresar a cargar el carro en dos partes.
Comentó la amable mujer la cual se encontraba fresca como una rosa, incluso después de haber realizado aquel ejercicio. Una anciana y quien parecería ser su nieta pasarían a su lado y entrarían en la florería, la encargada no perdería la oportunidad de realizar una reverencia y darles la bienvenida con un gesto de su mano.
Voy a comenzar a atender a los clientes, si necesitan algo estaré dentro. ¡Ánimo!