12/11/2016, 00:12
Pero, por mucho que le agitara, Kōri no se despertaba. Y a Ayame se le heló la sangre en las venas.
—No puede s...
Sus balbuceos se ahogaron en sus labios cuando la luz se escurrió entre las estrechas ranuras que dejaba la puerta cerrada. Petrificada en el sitio, y con el sudor perlando su rostro, Ayame observó como un conejillo cegado por un foco cómo una sombra volvía a sumir en tinieblas la habitación al pararse justo enfrente de la puerta. Fueron apenas un breve instante, pero a ella le pareció que habían pasado horas enteras antes de que la sombra continuara su camino...
Y cuando Ayame se volvió de nuevo hacia Kōri, el pánico la invadió. ¿Y si lo que había vivido no había sido un sueño? ¿Y si había sido de verdad una ilusión y sólo ella había conseguido salir? Eso quería decir que tanto Kōri, como Ryu seguían muertos en aquella ilusión...
«Pero no lo están en la realidad, ¡¿verdad?!» Se preguntó, angustiada, tratando de observar en lo tenue de la oscuridad el movimiento del cuerpo de su hermano al respirar... o restos de sangre entre sus sábanas...
Además, Eri...
«¡Eri!» Reparó, volviéndose de golpe hacia la puerta. La sombra había continuado avanzando... seguramente hacia la siguiente habitación. Y había un cincuenta por ciento de posibilidades de que esa habitación fuera la 301: la habitación que habían tomado Eri y Ryu...
Realmente podría ser casi cualquier persona. Pero... ¿Y si se trataba del que los había metido en la ilusión?
Como una exhalación, Ayame posó sus dedos índice y corazón sobre el hombro de Kōri, cerró los ojos para tratar de calmar mínimamente los latidos de su alocado corazón para concentrarse mejor y mandó un impulso de chakra hacia su cuerpo.
—¡KAI! —exclamó, y después agitó con violencia a su hermano por el hombro—. ¡Kōri, vamos, despierta! ¡VAMOS!
—No puede s...
Sus balbuceos se ahogaron en sus labios cuando la luz se escurrió entre las estrechas ranuras que dejaba la puerta cerrada. Petrificada en el sitio, y con el sudor perlando su rostro, Ayame observó como un conejillo cegado por un foco cómo una sombra volvía a sumir en tinieblas la habitación al pararse justo enfrente de la puerta. Fueron apenas un breve instante, pero a ella le pareció que habían pasado horas enteras antes de que la sombra continuara su camino...
Y cuando Ayame se volvió de nuevo hacia Kōri, el pánico la invadió. ¿Y si lo que había vivido no había sido un sueño? ¿Y si había sido de verdad una ilusión y sólo ella había conseguido salir? Eso quería decir que tanto Kōri, como Ryu seguían muertos en aquella ilusión...
«Pero no lo están en la realidad, ¡¿verdad?!» Se preguntó, angustiada, tratando de observar en lo tenue de la oscuridad el movimiento del cuerpo de su hermano al respirar... o restos de sangre entre sus sábanas...
Además, Eri...
«¡Eri!» Reparó, volviéndose de golpe hacia la puerta. La sombra había continuado avanzando... seguramente hacia la siguiente habitación. Y había un cincuenta por ciento de posibilidades de que esa habitación fuera la 301: la habitación que habían tomado Eri y Ryu...
Realmente podría ser casi cualquier persona. Pero... ¿Y si se trataba del que los había metido en la ilusión?
Como una exhalación, Ayame posó sus dedos índice y corazón sobre el hombro de Kōri, cerró los ojos para tratar de calmar mínimamente los latidos de su alocado corazón para concentrarse mejor y mandó un impulso de chakra hacia su cuerpo.
—¡KAI! —exclamó, y después agitó con violencia a su hermano por el hombro—. ¡Kōri, vamos, despierta! ¡VAMOS!