12/11/2016, 00:31
—Déjate de rodeos y habla de una vez— Exigió.
—Vale —dijo, volviendo a sentarse debido a la fatiga—, supondré que quieres la buena primero.
El de blancos cabellos siempre había sido de los que creen que es mejor el dar primero las buenas noticias, de manera que estas amortigüasen la caída de las malas. Aunque, dada la situación extraña en la que se encontraban, puede que las buenas nuevas no fueran suficiente como para aliviarles a ambos el peso del peligro que corrían.
—La buena noticia es que aun seguimos con vida, creo —dijo, mientras abría y cerraba sus dedos, como cerciorándose de que estaba despierto—. La mala es… —le resultaba un poco difícil el hallar la manera adecuada de decir aquello—. La mala noticia es que estamos atrapados en una especie de trampa pegajosa o algo por estilo.
En el momento en que se levantó, pudo ver como a unos cuantos metros de él se encontraban pequeños montones de lo que eran, con toda seguridad, restos humanos a medio carroñar y aun en estado de descomposición. Además de que, al cambiar la forma en la que apoyaba su peso, se dio cuenta de que el suelo era una especie de tela flexible y pegostosa.
«No estoy seguro de en qué clase de trampa hemos caído... Pero si no nos vamos pronto, terminaremos uniendonos a aquella colección de osamentas»
—Vale —dijo, volviendo a sentarse debido a la fatiga—, supondré que quieres la buena primero.
El de blancos cabellos siempre había sido de los que creen que es mejor el dar primero las buenas noticias, de manera que estas amortigüasen la caída de las malas. Aunque, dada la situación extraña en la que se encontraban, puede que las buenas nuevas no fueran suficiente como para aliviarles a ambos el peso del peligro que corrían.
—La buena noticia es que aun seguimos con vida, creo —dijo, mientras abría y cerraba sus dedos, como cerciorándose de que estaba despierto—. La mala es… —le resultaba un poco difícil el hallar la manera adecuada de decir aquello—. La mala noticia es que estamos atrapados en una especie de trampa pegajosa o algo por estilo.
En el momento en que se levantó, pudo ver como a unos cuantos metros de él se encontraban pequeños montones de lo que eran, con toda seguridad, restos humanos a medio carroñar y aun en estado de descomposición. Además de que, al cambiar la forma en la que apoyaba su peso, se dio cuenta de que el suelo era una especie de tela flexible y pegostosa.
«No estoy seguro de en qué clase de trampa hemos caído... Pero si no nos vamos pronto, terminaremos uniendonos a aquella colección de osamentas»