25/11/2016, 23:10
''¡NO!''
A la par que escuchó que la puerta estaba cerrada a cal y canto y no se abriría sin una llave - seguramente la que tenía Ryu en alguno de sus bolsillos o mano -, resonó en su cabeza fue aquel chillido aterrador. Estaba atrapada, eso era tan real como que su nombre era Mizumi Eri.
Y no le gustaba para nada su realidad.
La falsa Ayame pareció darse cuenta de su intento de huída, pues se dio la vuelta; pero ya no era la dulce chica que portaba dentro una bestia con colas, no; aquella persona, si podía definirlo así, era un hombre con una calabaza por cabeza, vestido en su totalidad de oscuro y una capa adornando su espalda.
En su mano reposaba un cuchillo, posiblemente el que minutos antes había sentido enterrado en sus entrañas, y un escalofrío la recorrió de arriba a abajo cuando escuchó:
—Tú serás la primera... La más joven... La más tierna... Ven con Kabocha, cariño... Eri-chaaAAAAAN
Su terrorífica voz penetró hasta lo más olvidado de su cabeza, y sintió que, aun sin tener nada sobre ella, su frágil cuerpo estaba siendo asaltado en contra de su voluntad, mordió su labio inferior, se sentía indefensa, se sentía toqueteada por aquel ser, se sentía... Violada.
Intentó moverse, llegar hasta la posición de Ryu y arrebatarle la llave, pero, incapaz de mover un solo músculo para encontrarse con lo que podía ser su único escape; miró la sonrisa macabra tallada en la calabaza.
Y volvió a tiritar.
A la par que escuchó que la puerta estaba cerrada a cal y canto y no se abriría sin una llave - seguramente la que tenía Ryu en alguno de sus bolsillos o mano -, resonó en su cabeza fue aquel chillido aterrador. Estaba atrapada, eso era tan real como que su nombre era Mizumi Eri.
Y no le gustaba para nada su realidad.
La falsa Ayame pareció darse cuenta de su intento de huída, pues se dio la vuelta; pero ya no era la dulce chica que portaba dentro una bestia con colas, no; aquella persona, si podía definirlo así, era un hombre con una calabaza por cabeza, vestido en su totalidad de oscuro y una capa adornando su espalda.
En su mano reposaba un cuchillo, posiblemente el que minutos antes había sentido enterrado en sus entrañas, y un escalofrío la recorrió de arriba a abajo cuando escuchó:
—Tú serás la primera... La más joven... La más tierna... Ven con Kabocha, cariño... Eri-chaaAAAAAN
Su terrorífica voz penetró hasta lo más olvidado de su cabeza, y sintió que, aun sin tener nada sobre ella, su frágil cuerpo estaba siendo asaltado en contra de su voluntad, mordió su labio inferior, se sentía indefensa, se sentía toqueteada por aquel ser, se sentía... Violada.
Intentó moverse, llegar hasta la posición de Ryu y arrebatarle la llave, pero, incapaz de mover un solo músculo para encontrarse con lo que podía ser su único escape; miró la sonrisa macabra tallada en la calabaza.
Y volvió a tiritar.