28/11/2016, 21:25
El clon seguía aporreando la puerta sin descanso, desgañitándose con cada grito exhalado.
—¡ERI! ¡CONTESTA, ER...!
La puerta se abrió de repente y un cuchillo empuñado por una mano de dedos largos atravesó su cuello. Sin embargo, el hombre no encontró rastro alguno de sangre... Sino de agua. La réplica que Ayame había creado como distracción estalló en una sonora explosión de agua, y, tras respirar hondo por última vez, Ayame salió al pasillo de un salto con las manos entrelazadas en un sello:
—¡Suiton: Suigadan!
La masa de agua en la que se había convertido su clon de agua cobró vida de repente. Se retorció, se alargó y giró sobre sí misma hasta formar un taladro que buscó incesante el cuerpo del monstruo que pretendía matarlos a todos en aquella terrorífica noche.
Ayame cerró la puerta de su habitación tras de sí. Lo último que deseaba en aquel momento era que Kōri pudiera verse involucrado en aquella peliaguda situación.
—¿Qué significa esto? —preguntó, y su voz se vio estrangulada por el terror—. ¡¿Qué le has hecho a Eri, Kabocha!?
—¡ERI! ¡CONTESTA, ER...!
La puerta se abrió de repente y un cuchillo empuñado por una mano de dedos largos atravesó su cuello. Sin embargo, el hombre no encontró rastro alguno de sangre... Sino de agua. La réplica que Ayame había creado como distracción estalló en una sonora explosión de agua, y, tras respirar hondo por última vez, Ayame salió al pasillo de un salto con las manos entrelazadas en un sello:
—¡Suiton: Suigadan!
La masa de agua en la que se había convertido su clon de agua cobró vida de repente. Se retorció, se alargó y giró sobre sí misma hasta formar un taladro que buscó incesante el cuerpo del monstruo que pretendía matarlos a todos en aquella terrorífica noche.
Ayame cerró la puerta de su habitación tras de sí. Lo último que deseaba en aquel momento era que Kōri pudiera verse involucrado en aquella peliaguda situación.
—¿Qué significa esto? —preguntó, y su voz se vio estrangulada por el terror—. ¡¿Qué le has hecho a Eri, Kabocha!?