1/06/2015, 22:46
Por extraño que pareciera, ahora el mundo parecía borrarse y desaparecer. Los ojos de Kota estaban fijamente dispuestos en los de su hermano, plenamente concentrado en lo que estaba por venir. Ni su padre, ni el examinador; ni los súbditos de este existían. Tan sólo eran los mellizos que se encontraban sobre la arena y eso era lo que importaba. La demostración de comunión y poderío, nada más.
«Hemos trabajado todo este tiempo para este momento, hermano. Demostremos de qué estamos hechos»
Pudo haber sido por simple casualidad o bien un acto premeditado, quien sabe, pero los ojos del peliblanco se tintaron de rojo sangre justo cuando su hermano lo hizo. La pequeña aspa negra se dibujó en el costado superior derecho de la pupila y fue allí que el sharingan fue desvelado. El poder primario de un clan famoso por susodicha maestría ocular. Y si esa era la base fundamental de los Uchiha, el que tanto Kota como Yota demostraran su temprano control sobre el dojutsu más famoso de todos los tiempos transmitía un claro mensaje.
Estaban listos para ser genin.
—Espero no te magulles muy rápido, hermanito. Sería una tragedia que tuvieses que repetir un año en la academia —bromeó, como si aquello de verdad fuera una verdadera competencia. Pero lo que estaban a punto de hacer iba más allá.
De pronto el grito de guerra fue lanzado al aire y Yota salió disparado hacia él. Kota contempló aquel acercamiento con paciencia, ya con su cuerpo en la posición básica de defensa a la espera de recibirle. Su hermano era ágil, eso lo sabía; y gracias a dicho conocimiento podría responder apropiadamente a la aproximación de su ahora contrincante.
El peliblanco esperó, paciente...
—¡Ahora!
Su cuerpo pareció descomponerse hacia el suelo, aunque el brazo izquierdo haría el trabajo de soporte. Aquel movimiento no era más que una estrategia en la cual se aprovechaba la proximidad y las fuerzas que movían al cuerpo para ejecutar un golpe certero. Y en ese caso en particular, era la pierna de Kota la que intentaría gracias a la inclinación inferior, asestar una patada directa al pecho del oponente. No haría falta ningún impulso, la fuerza con la que Yota venía haría todo el trabajo.
«Hemos trabajado todo este tiempo para este momento, hermano. Demostremos de qué estamos hechos»
Pudo haber sido por simple casualidad o bien un acto premeditado, quien sabe, pero los ojos del peliblanco se tintaron de rojo sangre justo cuando su hermano lo hizo. La pequeña aspa negra se dibujó en el costado superior derecho de la pupila y fue allí que el sharingan fue desvelado. El poder primario de un clan famoso por susodicha maestría ocular. Y si esa era la base fundamental de los Uchiha, el que tanto Kota como Yota demostraran su temprano control sobre el dojutsu más famoso de todos los tiempos transmitía un claro mensaje.
Estaban listos para ser genin.
—Espero no te magulles muy rápido, hermanito. Sería una tragedia que tuvieses que repetir un año en la academia —bromeó, como si aquello de verdad fuera una verdadera competencia. Pero lo que estaban a punto de hacer iba más allá.
De pronto el grito de guerra fue lanzado al aire y Yota salió disparado hacia él. Kota contempló aquel acercamiento con paciencia, ya con su cuerpo en la posición básica de defensa a la espera de recibirle. Su hermano era ágil, eso lo sabía; y gracias a dicho conocimiento podría responder apropiadamente a la aproximación de su ahora contrincante.
El peliblanco esperó, paciente...
—¡Ahora!
Su cuerpo pareció descomponerse hacia el suelo, aunque el brazo izquierdo haría el trabajo de soporte. Aquel movimiento no era más que una estrategia en la cual se aprovechaba la proximidad y las fuerzas que movían al cuerpo para ejecutar un golpe certero. Y en ese caso en particular, era la pierna de Kota la que intentaría gracias a la inclinación inferior, asestar una patada directa al pecho del oponente. No haría falta ningún impulso, la fuerza con la que Yota venía haría todo el trabajo.
