6/12/2016, 15:41
Mogura no pudo evitar mirar un par de segundos la planta que cargaba en brazos mientras la kunoichi iba hablando, no había forma de que esa inocente planta fuese componente material de alguna clase de ritual de alguna malvada bruja que viviese una vida normal en un departamento en una torre cualquier en medio de Amegakure.
Malvada bruja... ¿eh...?
No pudo evitar soltar el joven médico entrecerrando los ojos en una clara mueca de incredibilidad, no había forma de que la muchacha pudiese deducir con solo una planta de lazo rojo que la cliente fuese una maestra de las artes oscuras. Estaría bromeando.
Lo siguiente que la kunoichi intentaría con toda intención de meterle miedo al muchacho de cabello azabache sería gesticular con sus manos y anteponiéndose entre el ascensor y él soltando un comentario que le resultaría un poco más contundente. La poción de la juventud eterna era una cosa, pero un sacrificio si era algo mas probable.
Mogura sabía de la existencia de cientos de sacrificios como ofrendas a diferentes tipos de dioses, de esos que gustaba investigar para darse cuenta de lo basto que era el plano superior y que posiblemente cuando se fuese al otro lado (de nuevo) tendría que ver a quien deseaba entregarle su eterna alma.
Eh...
Llegó a soltar cuando las puertas se abrieron, sin darle tiempo a contestarle a su compañera. La figura que se manifestaría entonces completaría la misión por la kunoichi, un ligero escalofríos le recorrería la espalda al médico y si no fuese porque había procurado sujetar bien la capsula, probablemente tendría que haber ido a buscar una escoba y una pala para juntar lo que habría quedado de la caída.
Bu-buenos días malvada clienta. El otro repartidor ha sido embrujado... digo, está indispuesto...
Era claro que el muchacho estaba un tanto nervioso. Sin poder creerlo, Katomi había dado en el clavo, una fanatica de la sangre y malvada bruja había aparecido del interior del ascensor. Tragó saliva y se llenó de valor para dar unos pasos al frente y dejarle en las manos las flores a la clienta, ante todo necesitaba completar la misión.
A-aquí tiene su sacrificio diario, eh quiero decir su lazo rojo...
Ni bien pudo depositar la capsula en manos de la curiosa mujer, estiró su mano hasta la de la muchacha de cabellera blanca con la intención de tomarla.
Ya está paga, así que nos vamos.
Seguidamente empinaría sus pasos hacía la salida teniendo como prioridad no perder el vínculo con su compañera, dejarla atrás con la malvada bruja y venderla como un segundo sacrificio al dios del fuego tampoco era una opción.
Malvada bruja... ¿eh...?
No pudo evitar soltar el joven médico entrecerrando los ojos en una clara mueca de incredibilidad, no había forma de que la muchacha pudiese deducir con solo una planta de lazo rojo que la cliente fuese una maestra de las artes oscuras. Estaría bromeando.
Lo siguiente que la kunoichi intentaría con toda intención de meterle miedo al muchacho de cabello azabache sería gesticular con sus manos y anteponiéndose entre el ascensor y él soltando un comentario que le resultaría un poco más contundente. La poción de la juventud eterna era una cosa, pero un sacrificio si era algo mas probable.
Mogura sabía de la existencia de cientos de sacrificios como ofrendas a diferentes tipos de dioses, de esos que gustaba investigar para darse cuenta de lo basto que era el plano superior y que posiblemente cuando se fuese al otro lado (de nuevo) tendría que ver a quien deseaba entregarle su eterna alma.
Eh...
Llegó a soltar cuando las puertas se abrieron, sin darle tiempo a contestarle a su compañera. La figura que se manifestaría entonces completaría la misión por la kunoichi, un ligero escalofríos le recorrería la espalda al médico y si no fuese porque había procurado sujetar bien la capsula, probablemente tendría que haber ido a buscar una escoba y una pala para juntar lo que habría quedado de la caída.
Bu-buenos días malvada clienta. El otro repartidor ha sido embrujado... digo, está indispuesto...
Era claro que el muchacho estaba un tanto nervioso. Sin poder creerlo, Katomi había dado en el clavo, una fanatica de la sangre y malvada bruja había aparecido del interior del ascensor. Tragó saliva y se llenó de valor para dar unos pasos al frente y dejarle en las manos las flores a la clienta, ante todo necesitaba completar la misión.
A-aquí tiene su sacrificio diario, eh quiero decir su lazo rojo...
Ni bien pudo depositar la capsula en manos de la curiosa mujer, estiró su mano hasta la de la muchacha de cabellera blanca con la intención de tomarla.
Ya está paga, así que nos vamos.
Seguidamente empinaría sus pasos hacía la salida teniendo como prioridad no perder el vínculo con su compañera, dejarla atrás con la malvada bruja y venderla como un segundo sacrificio al dios del fuego tampoco era una opción.