6/12/2016, 20:27
La forma de accionar del joven médico sin duda alguna habría dejado una pésima impresión en la clienta, quien habría lanzado algún que otro comentario mientras el muchacho se daba a la carrera junto a su compañera. Lo que en un principio parecía una buena idea, escapar de una malvada bruja, prontamente se tornaría en una bochornosa y cuestionable decisión por parte de Mogura.
Yo...
Intentó decir algo para sobrellevar la situación ¿Pero qué podía decir? Se suponía que él era una persona mas inteligente de lo que había demostrado. Lo único que llegó a hacer fue esbozar una mueca de culpa tremenda, pues había permitido que la broma le nublase el juicio durante un instante y actuase en consecuencia como un total idiota. Finalmente negó con la cabeza, no tenía nada para decir.
Oh... por todos los dioses del Shinto... ¿Cómo he podido ser tan tonto?
La postura que había adoptado su compañera sin duda era correcta, coherente. Pero era precisamente por eso que al muchacho le daban ganas de aprender aquella técnica de enterrarse en el suelo y desear olvidarla después. Seguidamente la kunoichi comentaría que sería preciso seguir si deseaban evitar más problemas.
Se puso junto a la peliblanca y tomó su parte de la barra para empujar del carrito, eventualmente comenzarían a mover el vehiculo juntos como lo habían hecho antes. La única diferencia es que ahora el muchacho mantenía la cabeza un poco gacha y por poco no pegaba la frente al palo que estaba sosteniendo.
Creo... ¿Debería ir y disculparme, no?
Después de un rato en silencio haciendo penitencia finalmente dejaría que de sus labios escapasen aquellas palabras. Al menos que la mujer estuviese terriblemente ofendida y no quisiese saber nada sobre la existencia de Mogura o la floristería para la cual trabajó aquel día, una disculpa sería un primer paso para la reconciliación.
Fuese o no el caso, ya estarían en camino hacía el siguiente encargo.
Yo...
Intentó decir algo para sobrellevar la situación ¿Pero qué podía decir? Se suponía que él era una persona mas inteligente de lo que había demostrado. Lo único que llegó a hacer fue esbozar una mueca de culpa tremenda, pues había permitido que la broma le nublase el juicio durante un instante y actuase en consecuencia como un total idiota. Finalmente negó con la cabeza, no tenía nada para decir.
Oh... por todos los dioses del Shinto... ¿Cómo he podido ser tan tonto?
La postura que había adoptado su compañera sin duda era correcta, coherente. Pero era precisamente por eso que al muchacho le daban ganas de aprender aquella técnica de enterrarse en el suelo y desear olvidarla después. Seguidamente la kunoichi comentaría que sería preciso seguir si deseaban evitar más problemas.
Se puso junto a la peliblanca y tomó su parte de la barra para empujar del carrito, eventualmente comenzarían a mover el vehiculo juntos como lo habían hecho antes. La única diferencia es que ahora el muchacho mantenía la cabeza un poco gacha y por poco no pegaba la frente al palo que estaba sosteniendo.
Creo... ¿Debería ir y disculparme, no?
Después de un rato en silencio haciendo penitencia finalmente dejaría que de sus labios escapasen aquellas palabras. Al menos que la mujer estuviese terriblemente ofendida y no quisiese saber nada sobre la existencia de Mogura o la floristería para la cual trabajó aquel día, una disculpa sería un primer paso para la reconciliación.
Fuese o no el caso, ya estarían en camino hacía el siguiente encargo.