Tras mencionar que el lugar era realmente elegante, el médico comenzó su labor de deshacer los nudos que bien salvaguardaban la vida de las capsulas de cristal. En no demasiado tiempo se hallaría con el nudo deshecho, tomaría la capsula, y volvería a ajustar el contenido del carrito para evitar su rotura. La verdad, estaba haciendo de fábula su labor, pues realmente Katomi no era demasiado diestra con eso de hacer nudos.
La chica ando hasta llegar al umbral de la puerta, y lo atravesó sin mas. El calor del interior del restaurante la hizo estremecer un poco, parecía que hubiese algún tipo de leño o fogata en el interior del establecimiento, dando calor a los clientes y alejándolos del frío y la lluvia.
Un par de chicas que casi parecían gemelas, quizás podía tratarse de unas hermanas, dieron la bienvenida a la kunoichi. Según anunciaron, ellas también estaban en una misión parecida a la suya y de Mogura. Todos estaban sustituyendo a trabajadores en su jornada, aunque bien podía destacar que éstas tenían la labor mucho mas domada que ellos. Parecía que hubiesen ensayado las palabras ciento y una vez antes de actuar, sin duda estaban comprometidas con su misión. Ante todo, dieron a conocer que podían atenderla dando la reserva, o que bien podían ofrecerle una mesa sin reserva alguna.
—Oh... ya veo. No, no... la verdad es que yo y mi compañero andamos en la misma situación que vosotras. —Señaló la chica mientras dejaba ver con su mano al mencionado compañero. —Tenemos que entregar una urna de cristal con unas gardenias blancas, que entiendo que son para el recibidor. He podido notar que les falta una, seguramente son para ese lugar. Pueden tomarlas, o bien avisar al superior, como quieran. Igualmente es un placer conocerlas.
Tras la explicación detallada de la situación, la peliblanca hizo una breve y ligera reverencia. Ante todo, quería conservar la actitud y la educación, cosa que parecían haber mermado en suma cantidad en su anterior envío. Una cosa taparía la otra, al menos eso pensó la chica. Sin demasiada demora, retomó su anterior posición y permaneció a la espera de la respuesta por parte de las chicas. La verdad, quizás no estaba en sus manos tomar un pedido, por eso había mencionado lo de llamar al encargado.
La chica ando hasta llegar al umbral de la puerta, y lo atravesó sin mas. El calor del interior del restaurante la hizo estremecer un poco, parecía que hubiese algún tipo de leño o fogata en el interior del establecimiento, dando calor a los clientes y alejándolos del frío y la lluvia.
Un par de chicas que casi parecían gemelas, quizás podía tratarse de unas hermanas, dieron la bienvenida a la kunoichi. Según anunciaron, ellas también estaban en una misión parecida a la suya y de Mogura. Todos estaban sustituyendo a trabajadores en su jornada, aunque bien podía destacar que éstas tenían la labor mucho mas domada que ellos. Parecía que hubiesen ensayado las palabras ciento y una vez antes de actuar, sin duda estaban comprometidas con su misión. Ante todo, dieron a conocer que podían atenderla dando la reserva, o que bien podían ofrecerle una mesa sin reserva alguna.
—Oh... ya veo. No, no... la verdad es que yo y mi compañero andamos en la misma situación que vosotras. —Señaló la chica mientras dejaba ver con su mano al mencionado compañero. —Tenemos que entregar una urna de cristal con unas gardenias blancas, que entiendo que son para el recibidor. He podido notar que les falta una, seguramente son para ese lugar. Pueden tomarlas, o bien avisar al superior, como quieran. Igualmente es un placer conocerlas.
Tras la explicación detallada de la situación, la peliblanca hizo una breve y ligera reverencia. Ante todo, quería conservar la actitud y la educación, cosa que parecían haber mermado en suma cantidad en su anterior envío. Una cosa taparía la otra, al menos eso pensó la chica. Sin demasiada demora, retomó su anterior posición y permaneció a la espera de la respuesta por parte de las chicas. La verdad, quizás no estaba en sus manos tomar un pedido, por eso había mencionado lo de llamar al encargado.