23/12/2016, 00:53
La primera de las chicas resaltó un cálido apelativo a la kunoichi de cabellera nivea, llamándola amiga, mientras que la otra inquirió que el placer era de ellas, refiriéndose claramente al placer de conocerlas. Sendas chicas realizaron esa cordial y a la vez formal reverencia, al concluir, y conforme la Sarutobi explicó la situación, las chicas afirmaron estar al tanto del pedido así como de haber recibido instrucciones a cerca de qué hacer con éste.
Tan pronto como informaron a la princesa dragón de que tomarían ellas el encargo en nombre del encargado, ambas tomaron un único paraguas y caminaron juntas dirección a Mogura. Ambas compartieron el susodicho casi como si compartiesen un espejo, caminaban y gesticulaban casi al milímetro. Una vez tomaron posición, se presentaron ante el médico, y le avisaron de que tomarían el encargo. La chica que no llevaba el paraguas fue la anfitriona principal del esfuerza, que haciendo gala de una musculatura prodigiosa tomó el pesado cargamento como si se tratase de una bolsa de gominolas. El chico hasta pareció cortarse, normal... seguramente tenía una masa muscular que doblaba la suya. Era de todo menos erótico, o sí... sobre gustos no hay nada escrito.
Sin mas, se dirigieron hacia el interior del restaurante, mientras que la peliblanca justo recorría el camino en el sentido contrario. A su paso por la cercanía de éstas, de nuevo la chica realizaría una ligera reverencia. —Muchas gracias, y suerte con la misión. —Añadió. —Hasta la próxima.
Con éstas, tomó rumbo sin titubeo hacia su compañero de trabajo. Cuando llegó a su proximidad, éste no tardó en preguntar qué pasaba con esas chicas, o qué había sido ese espectáculo. La verdad, había poco que explicar, había sido una recepción del pedido de lo más normal y rápida. No podían quejarse.
—Eran kunoichis, y están en mitad de una misión de sustitución... justo como nosotros. En éstos días de fiestas es escandaloso el número de empleados que se ponen misteriosamente "malos"... ¿Te diste cuenta, verdad?
La chica terminó por encogerse de hombros, y girar la cabeza desconsolada ante una respuesta que ya sabía. Su pregunta había sido retórica, ni le hacía falta respuesta. Sin mas, tomó de nuevo el papelito que bien salvaguardaba, y se aseguró de cuál era el siguiente destino. Tras revisarlo, lo volvería a guardar.
—En fin... sigamos con el trabajo, que ya falta menos. —Inquirió y motivó con entusiasmo. La dirección ya estaba marcada, ahora solo faltaba que Mogura también ayudase empujando.
Tan pronto como informaron a la princesa dragón de que tomarían ellas el encargo en nombre del encargado, ambas tomaron un único paraguas y caminaron juntas dirección a Mogura. Ambas compartieron el susodicho casi como si compartiesen un espejo, caminaban y gesticulaban casi al milímetro. Una vez tomaron posición, se presentaron ante el médico, y le avisaron de que tomarían el encargo. La chica que no llevaba el paraguas fue la anfitriona principal del esfuerza, que haciendo gala de una musculatura prodigiosa tomó el pesado cargamento como si se tratase de una bolsa de gominolas. El chico hasta pareció cortarse, normal... seguramente tenía una masa muscular que doblaba la suya. Era de todo menos erótico, o sí... sobre gustos no hay nada escrito.
Sin mas, se dirigieron hacia el interior del restaurante, mientras que la peliblanca justo recorría el camino en el sentido contrario. A su paso por la cercanía de éstas, de nuevo la chica realizaría una ligera reverencia. —Muchas gracias, y suerte con la misión. —Añadió. —Hasta la próxima.
Con éstas, tomó rumbo sin titubeo hacia su compañero de trabajo. Cuando llegó a su proximidad, éste no tardó en preguntar qué pasaba con esas chicas, o qué había sido ese espectáculo. La verdad, había poco que explicar, había sido una recepción del pedido de lo más normal y rápida. No podían quejarse.
—Eran kunoichis, y están en mitad de una misión de sustitución... justo como nosotros. En éstos días de fiestas es escandaloso el número de empleados que se ponen misteriosamente "malos"... ¿Te diste cuenta, verdad?
La chica terminó por encogerse de hombros, y girar la cabeza desconsolada ante una respuesta que ya sabía. Su pregunta había sido retórica, ni le hacía falta respuesta. Sin mas, tomó de nuevo el papelito que bien salvaguardaba, y se aseguró de cuál era el siguiente destino. Tras revisarlo, lo volvería a guardar.
—En fin... sigamos con el trabajo, que ya falta menos. —Inquirió y motivó con entusiasmo. La dirección ya estaba marcada, ahora solo faltaba que Mogura también ayudase empujando.