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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#43
Haciendo un gesto bastante propio, la kunichi terminaría aceptando que la demostración fuese al finalizar la misión. Estaban en servicio, al igual que cuando entrenaban, si deseaban buscar profesionalidad al trabajar tenían que priorisar ciertas cosas.

Miralo de esta forma, es una especie de insentivo a terminar rápido la misión.

Comentaría con una ligera sonrisa en su rostro para luego dejar de escapar una corta risa. De cierta forma como que cada vez que avanzaban en su camino, las actividades a realizar después de finalizada la misión iban en aumento.

Al contrario de las vece anteriores, la kunoichi sería quien cargaría con la capsula, dejandole al joven médico la tarea de dialogar con el cliente. Sería una especie de oportunidad para redimirse por lo que había pasado con la primer clienta, por lo que el muchacho lo tomó de buena forma y no se opuso a las intenciones de la peliblanca.

Evitaré causar problemas esta vez.

Uno podría pensar que al no cargar en sus manos con la mercancía tenía menos responsabilidades, pero no. Sino que podría significar todo lo contrario, en las manos del joven médico estaba la seguridad de su compañera y en parte del objeto que cargaba, debía guiarla por el camino más seguro hasta la puerta del cliente.

Y así fue como se manejo, caminando unos pasos por delante de la kunoichi iba abriendo las puertas en su camino ya sea manualmente o disparando los mecanismos electrónicos que tanto presumia Amegakure al resto del mundo conocido.

Piso setenta y tres habías dicho ¿no?

Confirmaría en el momento que ambos se encontrasen dentro del ascensor, si la kunoichi tenía alguna corrección que hacer al piso exacto al cual debían dirigirse aquel era el momento para hacerla. En el peor de los casos demorarían un rato más al tener que bajar de piso y todo eso, nada de otro mundo, pasaba en las mejores familias.

El sarcofago de metal con botones avanzaría verticalmente a una velocidad considerable, apreciable en como el circulo de color iba pasando de la planta baja al primer piso, luego al segundo y así hasta llegar al deseado.

Aquí estamos.

Con la precaución de cuidar que la puerta del asensor no se le cierre encima a la peliblanca el muchacho se quedaría como guardián de la entrada hasta que esta cruzase. Una vez logrado su objetivo marcharía hasta la entrada del departamento y tocaría el timbre.

Una oscura muchacha abriría entonces la puerta de aquel lugar, su largo cabello oscuro le llegaba casi hasta la cintura, un abrigo de lana morado oscuro cubría su pecho y un pantalon de cuero con unas de esas botas de cuero negro con algunos pinchos adornaban sus piernas, en su rostro la fémina exhibía algunos piercings y conjunto a eso llevaba tambien sus labios pintados de un color similar a su abrigo.

¿En qué puedo ayudarlos?

Consultó la chica darks, sin mucha expresión en su rostro.

Buenos días, somos shinobi de Amegakure y nos encontramos en una misión. Venimos a traerle su encargo de la floristería.

Contestó Mogura haciendo gala de sus mejores modales acompañando sus palabras de una formal. Una vez dicho lo que tenía para decir, daría unos pasos al costado para que su compañera fuese el centro de la atención, o mejor dicho la capsula que esta cargaba.

Si Katomi bajaba en aquel momento la carga podría apreciar como se dibujaba una ligeran sonrisa en el rostro de la oscura señorita que estaba parada en el umbral de la puerta.

Pueden acomodarla junto a la puerta, yo me haré cargo del resto. Muchas gracias.

Se notaba en su voz un tono ligeramente más cálido que antes. Como si aquel arreglo floral le evocase cierta nostalgia o alegría en cierto modo.
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RE: [Automisión D] Reencuentro y reemplazo - por Manase Mogura - 27/12/2016, 21:16


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