4/01/2017, 13:48
Finalmente y sin más preámbulos, llegamos al interior del gran castillo y que decir por mi parte, las expectativas habían sido superadas con creces. La gran fortaleza era tan imponente como maravillosa en su interior, y como no podía ser de otra manera, lo que más me llamó la atención fueron sus valiosas esculturas, cuadros, y adornos. Que no escatimaban en piedras de alta calidad y de exquisito trabajo, como mármoles, jades, y metales preciosos como la plata y el oro. Todo acompañado de exquisitas sedas y terciopelos de todos los colores imaginables.
Los cuadros, cuyos artistas supe reconocer casi de forma instintiva, me dio mucho de que pensar, tanto que me planteé si algún día alguna de mis obras acabarían en lugares tan dignos como era aquel lugar. Pero solo era algo que de momento solo podía permitirme el lujo de soñar.
Quizás podría plantear al Señor del castillo hacerle un homenaje, realizando un último lienzo de su persona para inmortalizarle antes de que abandone este mundo...Bueno...ya se verá... Pensé con firmeza en un primer momento para después dudar. Quizás fuera algo muy atrevido u osado por mi parte...
Y después de superar las exigencias de la seguridad del castillo y, siendo escoltados a la sala principal en donde estaba nuestro distinguido cliente, acompañado de su séquito, y más de un noble interesado en cuándo su Señor abandonaría este mundo para poder hacer de las suyas sin oposición alguna.
—Deberíamos colocarnos más adelante... —susurró el Uchiha a sus compañeros—. Así podremos presentarnos. ¿Quién quiere hacer los honores?
Ensimismado aún me encontraba hasta que la voz de Akame fue lo que trajo de vuelta a mis pies sobre la tierra. Esta sin duda era una situación que habíamos practicado en la academia pero claro, más como algo de manual que otra cosa, aunque en el fondo, sabía que tenía lo suficiente como para manejar la solución sin causar demasiada vergüenza ajena.
Asentí con la cabeza a mi compañero. -Si vamos allá. Creo que lo puedo manejar, yo me encargaré... Dije sin muchos tapujos.
Nos adelantamos con paso firme y denostando seguridad, pues a mi en particular, estas situaciones no me provocaban temor ni pavor alguno. Aunque cierto fue que cuando nos situamos a los pies del imponente trono del Señor de Tanifukai y ver lo consumido que se encontraba fue otro cantar, más aún la sensación de tener las miradas clavadas de lo que sin duda serían sus tres hijos, quizás conspirando entre ellos por ver quién sería el digno sucesor. Pues esta estampa tenía pinta de que el Señor Yamabushi no había abdicado en ninguno de sus tres hijos, o quizás fuera el primogénito el legítimo heredero, pero como bien dije antes, eso era sinónimo de conspiración entre hermanos.
Seré paranoico, pero yo huelo a drama por todos los lados
Espere paciente y educado a que el hombre que mantenía audiencia con el Señor Yamabushi terminara, pero como en casos similares, se me antojó la más eterna de todas las audiencias, deseaba que terminara de una maldita vez para poder dar paso a nuestra presentación.
Vamos...¡acaba ya!
Y como todo en esta vida, llegó nuestro momento, me adelanté y tomé el sitio en donde se encontraba el hombre que acaba retirarse al finalizar la audiencia con el Señor Yamabushi. Llevé a cabo una de las reverencia que quizás más medí y calculé hasta la fecha, algo que me hizo recordar cuando conocí y me presenté ante nuestro honorable Kawakage.
-Señor Yamabushi-sama, mi nombre es Zaibatsu Yoshimitsu, y vengo en compañía de mis camaradas Uchiha Akame y Uchiha Datsue. Presenté a mis compañeros señalándonos formalmente. - Venimos desde Takigakure no Sato bajo la orden de nuestro honorable Kawakage, Yubiwa-sama. Para llevar a cabo su voluntad.
Quise ser escueto pero directo en mi presentación, pues tampoco había mucho más que añadir, menos aún resultar pedante. Después guardé silencio y esperé respuesta del Señor o de alguno de sus hijos.