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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#44
A la respuesta de la kunoichi, el chico argumentó que era algo positivo, que así querrían terminar lo antes posible la misión; para ver el resultado de su entrenamiento. No obstante, tampoco era cosa de hacerlo a la prisa y mal, mejor que las cosas se tomasen su tiempo y saliesen bien. No quería una misión con trabas, no quería líos, ya que por ahora era una kunoichi ejemplar.

Tampoco nos pasemos con eso de hacerlo "rápido"...

Nuevamente, se pusieron manos a la obra, y en ésta ocasión la chica recalcó que debían evitar los problemas. Mogura no tardó en entenderlo, y totalmente decidido aclaró que no volvería a cometer el mismo error. La chica acompañó su decisión con un firme movimiento de cabeza afirmativo.

«Me ahorraré por si acaso el comentario de preguntar cómo será el cliente... por si acaso...»

La Sarutobi terminó de acotar el arreglo floral, y desenlazó con diestra habilidad el nudo de su compañero. Para cuando ésta tomó el arreglo floral, su compañero preguntó cual era el piso al que debían ir, quizás solo por estar seguro. La chica quedó en silencio un instante, y desvió la mirada hacia el cielo.

Setenta y tres, si...puerta B-2 creo que había leído... igual seguro el cliente estará esperando tras haber llamado al porterillo, ¿no?

Sin preámbulos, el médico alargó la mano hasta alcanzar el botón de llamada del ascensor. En menos de lo que se tarda en abrir y cerrar los ojos, el ascensor abrió sus enormes puertas metálicas, dejando al par entrar en el habitáculo. Rápidamente, volvió a tomar la iniciativa y tocó el botón del piso setenta y tres. Con una eficacia atroz y casi peligrosa, las puertas del recinto metálico se cerraron, y éste se puso en movimiento.

Uno, dos, tres, diez, veinte, cuarenta... la velocidad a la que se movía era impresionante, saltaba casi decenas de pisos en segundos, y por contra la sensación de velocidad en el ascensor pasaba totalmente desapercibida.

«Ufff... ésto pesa bastante...» Pensó la chica, intentado disimular lo evidente. Ella no era Hulk Hogan, era claramente visible.

Pero la demora no fue tampoco tan desmesurada, el diabólico metal industrializado no tardó ni tan siquiera un minuto en alcanzar el piso del cliente.

¡CLINK!

El sonido de una campana fingida resonó, y fue entonces que las puertas se abrieron. Primero salió el chico, y salvaguardó el umbral de la puerta hasta que la chica también salió del sarcófago metálico. Luego de ello, caminaron hacia el ala de las letras del porterillo al que había llamado. El chico, que se había adelantado, tocó el timbre nada mas llegar.

La dueña de la casa hizo presencia, bueno, quizás fuese la hija o a saber. La questión que realmente llamaba la atención era su tono de voz seco y frío, que acompañaba idealmente a sus vestimentas casi emo. Iba totalmente vestida de negro, como una viuda en los años venideros a la muerte de su amado. Pero bueno, tampoco era algo que reprochar, hasta era el color favorito de la kunoichi Sarutobi. Bueno, el rojo también era un tono que le encantaba, pero eso no es algo que cundiese demasiada importancia.

La chica preguntó que si podía ayudarlos, a lo que Mogura respondió que eran shinobis de Amegakure, y que venían a entregar ese arreglo floral que la peliblanca portaba. La kunoichi no se lo pensó dos veces, y al escuchar la respuesta de la otra chica, se movió y la dejó con cuidado al lado de la puerta.

Aquí tienes. —Respondió conforme se erguía.

»Bueno, hecho nuestro recado, nos retiramos. Que pase un buen día.

Dicho eso, la peliblanca se retiró y esperaba que su compañero hiciese igual. Sin demora, volvió hasta el ascensor y volvió a tocar el botón de llamada. En menos de lo que se tarda en soltar un suspiro, el sarcófago de metal había abierto sus puertas. La chica entró, y esperó hasta que el médico hiciese igual.

Hemos dejado los otros arreglos florales solos... deberíamos darnos prisa... —Aclaró el motivo de su prisa mientras pulsaba el botón de la planta baja.
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RE: [Automisión D] Reencuentro y reemplazo - por Aiko - 7/01/2017, 03:05


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