5/06/2015, 08:22
Kota seguía mirando fijamente al hombre que atendía la recepción, aunque aquella confrontación era sólo de su parte y no así del encargado que si bien en un principio le había regalado una mala mirada a los muchachos, por ahora no estaba plenamente concentrado en lo que ellos estaban haciendo. Pero la mala espina seguía allí, de parte y parte; en Kota por el lenguaje corporal que percibía del hombre y en el señor, por la mala experiencia que había tenido a lo largo de sus años de trabajo con jóvenes de edad similar a los que recién habían entrado. Sí, vandalismo del puro. Y siendo aquel un templo del conocimiento, no podría permitirlo una vez más.
Claro que el Uchiha no sabía eso y se había apresurado a juzgar.
—Que yo sepa todavía son de mi propiedad hasta que se los entregue voluntariamente —contestó—. así que veamos con confianza lo que tenemos por aquí para ver qué te gusta.
El bolso fue dispuesto sobre la mesa y un cierto estruendo recorrió el lugar. Aquel golpetazo se suscitó debido al peso de la caída de los libros sobre el estable tablón de madera. Posteriormente, el peliblanco abrió la parte superior de la mochila y comenzó a hurgar en el interior de aquel vacío y comenzó a sacar aleatoriamente uno que otro tomo. Los dispuso sobre la mesa y los iba alineando de tanto en tanto mientras sacaba uno nuevo.
—¿Y bien?
En total, había una fila de 6 libros. La mayoría pasaban desapercibido, aunque sus coberturas estuvieran impecables. Eran de contenidos bastante abstractos y poco interesantes, en gran parte de historia; cuentos fantásticos y aunque no lo supieran, una novela erótica. Sin embargo, al final yacía un tomo muy particular, cuyo bordado parecía bañado en oro. Aunque el tallado titular se encontraba un poco desgastado, se podía leer perfectamente:
Claro que el Uchiha no sabía eso y se había apresurado a juzgar.
—Que yo sepa todavía son de mi propiedad hasta que se los entregue voluntariamente —contestó—. así que veamos con confianza lo que tenemos por aquí para ver qué te gusta.
El bolso fue dispuesto sobre la mesa y un cierto estruendo recorrió el lugar. Aquel golpetazo se suscitó debido al peso de la caída de los libros sobre el estable tablón de madera. Posteriormente, el peliblanco abrió la parte superior de la mochila y comenzó a hurgar en el interior de aquel vacío y comenzó a sacar aleatoriamente uno que otro tomo. Los dispuso sobre la mesa y los iba alineando de tanto en tanto mientras sacaba uno nuevo.
—¿Y bien?
En total, había una fila de 6 libros. La mayoría pasaban desapercibido, aunque sus coberturas estuvieran impecables. Eran de contenidos bastante abstractos y poco interesantes, en gran parte de historia; cuentos fantásticos y aunque no lo supieran, una novela erótica. Sin embargo, al final yacía un tomo muy particular, cuyo bordado parecía bañado en oro. Aunque el tallado titular se encontraba un poco desgastado, se podía leer perfectamente:
"El héroe vendaval"