6/06/2015, 22:51
Dependiendo del ambiente pueden tardar más en descomponerse, sobretodo si estan en habitaculos bien cerrados, como parece que fue este durante bastantes años.
Al parecer, Yoshimitsu buscaba algo en el suelo, seguramente la cosa esa que decia haber visto brillar. Aunque no me hacia mucho sentido, pues si la habia visto brillar desde arriba deberia ser jodidamente obvia ahora que estaban ahí mismo. Bueno, dejando los fenomenos fisicos de la luz a un lado les quedaba aquel extraño sotano que habian concluido que era un bunker donde se intentaron refugiar los ultimos supervivientes de la guerra. Sin embargo, el pelirrojo parecia ensimismado en su busqueda del brillante.
Afirmó que era de sangre fria. Si hubiera tenido confianza con él, y si no estuviera interpretando su mentira, se hubiera descojonado ahí mismo.
Antes me monta un pollo impresionante por una tonteria garrafal, y ahora tiene los huevacos de decirme que es de sangre fria. Sí, sí, sangre congelada, vamos.
Una sonrisa se colo en su disfraz, que rapidamente borró, por suerte, el kusagakuriano en ese momento estaba fijado en la tierra bajo sus pies. Finalmente, se agachó para recoger aquello que con tanta impetú habia estado buscando. Y con una sonrisa procedió a observar de qué se trataba. Concluyó, que era la placa metalica de lo que fuere en su momento la bandana de Konohagakure. Sin embargo, procedió a ofrecerselo al rubio, al que cogeria desprevenido. Y por supuesto, no se lo iba a aceptar.
No, no. Es tu descubrimiento, además, a mi no me interesan las reliquias. Siento pena por lo que paso aqui, pero seguiré adelante, no me aferraré a ello. El pasado es algo que debe quedar en nuestras mentes, no en nuestras pertenencias. Es toda tuya.
Acto seguido instó a Nabi a abrir la puerta, alegando que él la habia descubierto, aunque en cuanto le diera un empujón se fuera a caer abajo. Sin dudar un instante, decidió hacerle caso. Agarró su bastón con ambas manos, y con firmeza, dio un golpe justo en el centro de la puerta. No fue un golpe muy fuerte, pero tampoco hizo falta, la piedra empezó a resquebrajarse, levantando una polvareda que cegaria a los muchachos durante unos instantes.
Al parecer, Yoshimitsu buscaba algo en el suelo, seguramente la cosa esa que decia haber visto brillar. Aunque no me hacia mucho sentido, pues si la habia visto brillar desde arriba deberia ser jodidamente obvia ahora que estaban ahí mismo. Bueno, dejando los fenomenos fisicos de la luz a un lado les quedaba aquel extraño sotano que habian concluido que era un bunker donde se intentaron refugiar los ultimos supervivientes de la guerra. Sin embargo, el pelirrojo parecia ensimismado en su busqueda del brillante.
Afirmó que era de sangre fria. Si hubiera tenido confianza con él, y si no estuviera interpretando su mentira, se hubiera descojonado ahí mismo.
Antes me monta un pollo impresionante por una tonteria garrafal, y ahora tiene los huevacos de decirme que es de sangre fria. Sí, sí, sangre congelada, vamos.
Una sonrisa se colo en su disfraz, que rapidamente borró, por suerte, el kusagakuriano en ese momento estaba fijado en la tierra bajo sus pies. Finalmente, se agachó para recoger aquello que con tanta impetú habia estado buscando. Y con una sonrisa procedió a observar de qué se trataba. Concluyó, que era la placa metalica de lo que fuere en su momento la bandana de Konohagakure. Sin embargo, procedió a ofrecerselo al rubio, al que cogeria desprevenido. Y por supuesto, no se lo iba a aceptar.
No, no. Es tu descubrimiento, además, a mi no me interesan las reliquias. Siento pena por lo que paso aqui, pero seguiré adelante, no me aferraré a ello. El pasado es algo que debe quedar en nuestras mentes, no en nuestras pertenencias. Es toda tuya.
Acto seguido instó a Nabi a abrir la puerta, alegando que él la habia descubierto, aunque en cuanto le diera un empujón se fuera a caer abajo. Sin dudar un instante, decidió hacerle caso. Agarró su bastón con ambas manos, y con firmeza, dio un golpe justo en el centro de la puerta. No fue un golpe muy fuerte, pero tampoco hizo falta, la piedra empezó a resquebrajarse, levantando una polvareda que cegaria a los muchachos durante unos instantes.
—Nabi—