16/01/2017, 00:17
(Última modificación: 16/01/2017, 00:17 por Uchiha Akame.)
Mientras Akame se ataba bien el portaobjetos en el cinturón, dejándoselo en el lado derecho de la cadera y comprobando después que estaba bien ceñido, Haskoz seguía empeñado en indagar en todo aquello de la votación. Las vanas esperanzas del más joven de los Uchihas, de que su compañero se contentase con una evasiva, demostraron ser, en efecto, poco conectadas con la realidad. El chico de pelo blanco insistió de nuevo, no sin antes hacerle una serie de apreciaciones a su compañero azabache. Akame sonrió, satisfecho, ante la lista de logros que su compañero le expuso minuciosamente... Aunque, claro, a juzgar por su tono de voz y su expresión contraída, a él le sugerían algo totalmente distinto.
«¿Por qué pone esas caras? ¿Será que le avergüenza admitir mis cualidades superiores? Qué muchacho, no debería ser tan modesto...»
—De hecho, tras aquello último llegué a sospechar que a ti lo que te gustaban eran...
El color rojo tomate que por momentos había decrecido en intensidad volvió a teñir el rostro de Akame.
—¿¡Pero qué...!?
—Bueno, que eso ahora da igual. ¡Vamos, hombres! ¿A quién votaste aquel día? Juro que no se lo diré a nadie. Esto quedará entre nosotros... Entre Uchihas.
Akame se mordió la lengua de puro nerviosismo. Ni él mismo estaba acostumbrado a estar tan alterado; era incapaz de controlar su cuerpo. Notaba todo su rostro caliente de la vergüenza, y apretó los dientes cuando Haskoz le insistió. Las palabras del peliblanco se le clavaron como un dardo en el corazón —aquel chico sabía atacarle en su punto débil—. «Bueno, es un Uchiha... Es de la familia, aunque sea lejana. ¡Pero no sabe nada del clan! ¿Qué clase de Uchiha es el que no conoce ni su propia historia? Bueno, pero se ha interesado por mis libros... ¡Por todos los demonios de Gakido!».
Finalmente el joven gennin bajó la cabeza, y tímidamente reveló aquel oscuro secreto que Haskoz tanto ansiaba conocer.
—Yo... Ejem... Yo... —se pasó la lengua por los labios, notándose la boca más seca que una sandalia ninja—. Yo voté a... ¡Voté a Furukawa Eri! ¿Conforme? —soltó, finalmente.
Akame se dio media vuelta, brazos en cruz. No se había sentido tan avergonzado en su vida. Sabía que la mayoría de sus compañeros habían votado por Sakamoto Noemi, la chica más popular de la promoción, pero él... Bueno, simplemente no era como los demás. En eso Haskoz tenía razón.
«¿Por qué pone esas caras? ¿Será que le avergüenza admitir mis cualidades superiores? Qué muchacho, no debería ser tan modesto...»
—De hecho, tras aquello último llegué a sospechar que a ti lo que te gustaban eran...
El color rojo tomate que por momentos había decrecido en intensidad volvió a teñir el rostro de Akame.
—¿¡Pero qué...!?
—Bueno, que eso ahora da igual. ¡Vamos, hombres! ¿A quién votaste aquel día? Juro que no se lo diré a nadie. Esto quedará entre nosotros... Entre Uchihas.
Akame se mordió la lengua de puro nerviosismo. Ni él mismo estaba acostumbrado a estar tan alterado; era incapaz de controlar su cuerpo. Notaba todo su rostro caliente de la vergüenza, y apretó los dientes cuando Haskoz le insistió. Las palabras del peliblanco se le clavaron como un dardo en el corazón —aquel chico sabía atacarle en su punto débil—. «Bueno, es un Uchiha... Es de la familia, aunque sea lejana. ¡Pero no sabe nada del clan! ¿Qué clase de Uchiha es el que no conoce ni su propia historia? Bueno, pero se ha interesado por mis libros... ¡Por todos los demonios de Gakido!».
Finalmente el joven gennin bajó la cabeza, y tímidamente reveló aquel oscuro secreto que Haskoz tanto ansiaba conocer.
—Yo... Ejem... Yo... —se pasó la lengua por los labios, notándose la boca más seca que una sandalia ninja—. Yo voté a... ¡Voté a Furukawa Eri! ¿Conforme? —soltó, finalmente.
Akame se dio media vuelta, brazos en cruz. No se había sentido tan avergonzado en su vida. Sabía que la mayoría de sus compañeros habían votado por Sakamoto Noemi, la chica más popular de la promoción, pero él... Bueno, simplemente no era como los demás. En eso Haskoz tenía razón.