16/01/2017, 02:37
Tras la bomba soltada por Haskoz, y un leve instante de silencio sepulcral, en el que probablemente Akame estaba asimilando lo que acababa de decir, éste estalló en sonorosas negaciones, excusas y sabe los Dioses qué más.
—¡Peroquestásdiciendonononotequivocasipiensasesocallalaboca!
Haskoz asentía con la cabeza una y otra vez, dándole la razón como a los locos. Tranquilo, Akame, tranquilo. Deja esto en manos del Tito Haskoz. Estaba claro que se había puesto a la defensiva, y quizá Haskoz tuviese parte de la culpa, por soltarlo tan de golpe y tan alto. Un pequeño error que aprendería para la próxima, sin duda.
Akame se veía tan desquiciado que no le hubiese sorprendido que le hubiese soltado un guantazo de golpe y porrazo. No lo hizo, sin embargo, y pareció contenerse. Entonces volvió al ataque con más excusas y negaciones:
—Haskoz-kun, te pido que lo reconsideres. Sin duda has malentendido algunas de mis palabras. Desde luego que no estoy enamorado de Furukawa Eri-san, y no creo que a ella le agradase que fueras difundiendo una mentira de tal calibre por ahí...
No estás enamorado… Claro, claro. Pero la mente de Haskoz ya no le escuchaba. Sus pensamientos estaban muy lejos, pensando en alguna forma de ayudar a su camarada, a la sangre de su sangre. Y es que, ¿acaso no era aquello lo que hacían los compañeros de profesión? ¿Ayudarse los unos a los otros? Y nada más importante que el amor. Por los Dioses, si es que tengo un corazón que no me cabe en el pecho.
—Sabía que era un error contártelo... —aquella voz, abatida y triste, sacó al peliblanco de su ensimismamiento.
—¡Que no, joder! ¡Que de verdad que no voy a decir ni mu! —Haskoz le rodeó los hombros con un brazo y le dio una palmada en el pecho. Una palmada vigorosa y fuerte, de esas que se daban los camaradas de armas—. Escúchame, joder, ¡escúchame! —pese a su tono imperioso, bajó la voz—. ¿Qué no estás enamorado de Eri? Vale, te lo compro… Pero no me negarás que te gusta, o de lo contrario no estarías montando todo este jaleo —Era una verdad que ni el propio Uchiha Akame podía tener huevos a negar—. Como dije antes… No diré nada, te lo prometo. Seré muchas cosas, pero no un traidor —escupió la última palabra con repulsión—. Además, eres sangre de mi sangre, ¿no? —preguntó, con la sonrisa más inocente que fue capaz de esbozar—. Pero podría ayudarte, si quisieras… —ahora llegaba la parte difícil, la parte en que trataba de convencerle de qué era lo mejor para él, como una madre haría con su hijo—. Verás, conozco a Noemi y nos llevamos bien —el repentino recuerdo de ella le hizo detenerse durante unos instantes. ¿No había sido en esa misma plaza donde se habían besado, días atrás? Un leve rubor asomó a sus mejillas, y se obligó a alejar aquellos recuerdos de su mente y continuar hablando—. Podría preguntarle a ella… así de manera indirecta, sin mencionarte a ti para nada, si a Eri le gusta alguien. ¿Crees que las chicas no se cuentan todo entre ellas? ¡Vamos…! —le dio otra palmada, esta vez en el hombro—. Son peores que nosotros. ¡Seguro!
»Qué me dices, ¿eh? No tienes nada que perder…
—¡Peroquestásdiciendonononotequivocasipiensasesocallalaboca!
Haskoz asentía con la cabeza una y otra vez, dándole la razón como a los locos. Tranquilo, Akame, tranquilo. Deja esto en manos del Tito Haskoz. Estaba claro que se había puesto a la defensiva, y quizá Haskoz tuviese parte de la culpa, por soltarlo tan de golpe y tan alto. Un pequeño error que aprendería para la próxima, sin duda.
Akame se veía tan desquiciado que no le hubiese sorprendido que le hubiese soltado un guantazo de golpe y porrazo. No lo hizo, sin embargo, y pareció contenerse. Entonces volvió al ataque con más excusas y negaciones:
—Haskoz-kun, te pido que lo reconsideres. Sin duda has malentendido algunas de mis palabras. Desde luego que no estoy enamorado de Furukawa Eri-san, y no creo que a ella le agradase que fueras difundiendo una mentira de tal calibre por ahí...
No estás enamorado… Claro, claro. Pero la mente de Haskoz ya no le escuchaba. Sus pensamientos estaban muy lejos, pensando en alguna forma de ayudar a su camarada, a la sangre de su sangre. Y es que, ¿acaso no era aquello lo que hacían los compañeros de profesión? ¿Ayudarse los unos a los otros? Y nada más importante que el amor. Por los Dioses, si es que tengo un corazón que no me cabe en el pecho.
—Sabía que era un error contártelo... —aquella voz, abatida y triste, sacó al peliblanco de su ensimismamiento.
—¡Que no, joder! ¡Que de verdad que no voy a decir ni mu! —Haskoz le rodeó los hombros con un brazo y le dio una palmada en el pecho. Una palmada vigorosa y fuerte, de esas que se daban los camaradas de armas—. Escúchame, joder, ¡escúchame! —pese a su tono imperioso, bajó la voz—. ¿Qué no estás enamorado de Eri? Vale, te lo compro… Pero no me negarás que te gusta, o de lo contrario no estarías montando todo este jaleo —Era una verdad que ni el propio Uchiha Akame podía tener huevos a negar—. Como dije antes… No diré nada, te lo prometo. Seré muchas cosas, pero no un traidor —escupió la última palabra con repulsión—. Además, eres sangre de mi sangre, ¿no? —preguntó, con la sonrisa más inocente que fue capaz de esbozar—. Pero podría ayudarte, si quisieras… —ahora llegaba la parte difícil, la parte en que trataba de convencerle de qué era lo mejor para él, como una madre haría con su hijo—. Verás, conozco a Noemi y nos llevamos bien —el repentino recuerdo de ella le hizo detenerse durante unos instantes. ¿No había sido en esa misma plaza donde se habían besado, días atrás? Un leve rubor asomó a sus mejillas, y se obligó a alejar aquellos recuerdos de su mente y continuar hablando—. Podría preguntarle a ella… así de manera indirecta, sin mencionarte a ti para nada, si a Eri le gusta alguien. ¿Crees que las chicas no se cuentan todo entre ellas? ¡Vamos…! —le dio otra palmada, esta vez en el hombro—. Son peores que nosotros. ¡Seguro!
»Qué me dices, ¿eh? No tienes nada que perder…
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado